lunes, 16 de mayo de 2011

Aneurisma. ¿Qué es y cómo se detecta?

Factores desencadenantes

EL MUNDO DE ESPAÑA



Ocho actitudes cotidianas pueden poner en peligro la vida. Suena brusco, pero es real, aunque poco frecuente. Aproximadamente entre un

2 y un 3 por ciento de la población sufre un aneurisma cerebral a lo largo de su vida -debilitamiento de la pared de un vaso sanguíneo que hace que se abombe-. Pocas veces

éste se rompe, pero cuando lo hace provoca un derrame cerebral que puede llegar a ser mortal.

Investigadores de los Países Bajos han observado que el consumo de café, el ejercicio físico intenso, sonarse, tener relaciones sexuales, hacer fuerza al ir al baño, tomar refrescos de cola, sobresaltarse y enfadarse son factores que, por este orden, aumentan el riesgo de que se produzca la hemorragia cerebral.

"Todos estos comportamientos aumentan la presión sanguínea temporalmente y facilitan que el vaso inflamado por un aneurisma se rompa. Así de sencillo", explica Monique Vlak, neuróloga en el Centro Médico Universitario de Utrecht (Holanda) y coordinadora del estudio.

Para detectar estos ocho factores “peligrosos”, el equipo preguntó durante tres años a 250 pacientes con aneurisma que sufrieron una hemorragia cerebral por sus hábitos y actitudes previos al derrame.

Observaron que lo más perjudicial era tomar café, pues quienes lo hacían tenían casi el doble de riesgo de que el vaso sanguíneo se rompiera durante la hora después de haber tomado la bebida que aquellos que no consumían café. Después, lo más peligroso para estos pacientes es hacer ejercicio intenso, sonarse fuertemente y tener sexo.

Estas hemorragias causan la muerte a la tercera parte de los pacientes que las sufren y dejan a otro 20 por ciento en una situación de dependencia total.

Concepto.

Aneurisma mortal



Un aneurisma es una dilatación anómala del diámetro de una arteria, de cualquier arteria, acompañada del debilitamiento de su pared.

El lugar donde se desarrollan más frecuentemente es en

la aorta abdominal, aunque los aórticos torácicos y los cerebrales son también bastante habituales. Los de la aorta son los que plantean mayor riesgo para la vida.

Esta zona distendida de la

arteria puede originar una hemorragia y una falta de irrigación a los tejidos que se encuentren más allá de la lesión. En ocasiones, el aneurisma se hincha tanto que ejerce presión sobre órganos, nervios u otros vasos sanguíneos cercanos, dañándolos.

LOS SÍNTOMAS

Un aneurisma cerebral es asintomático. En muchas ocasiones se descubre por mera suerte, cuando se practica una técnica de diagnóstico para otra cuestión ajena al aneurisma. La mayoría de las personas se percatan de que lo padecen minutos, quizás segundos antes de morir. Sienten un dolor muy, muy, muy fuerte cuando la arteria se rompe o se disecta.

Frecuentemente, después de un episodio emotivo o deportivo que provoque fuerte aumento de la presión arterial. Muchos aneurismas no se diagnostican jamás y se atribuye la muerte a un fallo cardíaco. La supervivencia es reducida salvo que se tenga la suerte de que la presión de los tejidos que rodean al vaso dañado lo aguanten hasta llegar a un hospital.

Un aneurisma disecante en la misma zona se manifiesta con un dolor muy fuerte que puede confundirse con un infarto. Si el aneurisma está localizado en la aorta abdominal, puede presentar dolor abdominal y hasta podría llegar a notarse un bulto de naturaleza pulsátil. Si por su ubicación ejerce presión sobre los huesos de la columna, puede provocar fuertes dolores en la espalda. El mayor riesgo de los aneurismas es que originen una hemorragia que colapse el sistema circulatorio, como ocurriría en el caso del estallido de un aneurisma aórtico, que suele ser mortal.

Tratamiento.

Recomendaciones

Los aneurismas de la aorta abdominal pueden detectarse por ecografías o rayos X

y, según la profundidad de su localización, pueden evidenciarse como una masa pulsátil. Con técnicas de diagnóstico por imágenes se pueden detectar aneurismas en la aorta torácica (en especial mediante un procedimiento llamado aortografía, en el que se inyecta un material de contraste que permite ubicar el contorno del aneurisma).

Para corroborar la presencia de sangrado aracnoideo, nada mejor que la punción lumbar. Pero, también el estudio puede ir enfocado a la tomografía computada de cerebro o a la resonancia magnética, que confirmará tanto la presencia de la hemorragia como presuponer la ubicación del aneurisma roto.

¿QUÉ HACER?

El tratamiento habitual, admite dos fases primordiales: la primera, en cuanto el paciente es aceptado en un servicio de internación, preferentemente en un servicio de cuidados intensivos, donde se cuidará el estado general del paciente. Además, se le administrará medicación específica, a los fines de controlar la hipertensión arterial, evitar el vasoespasmo o la hipoxia con la intención de mitigar el daño provocado por la hemorragia y prevenir la repetición de un nuevo sangrado, además de preparar al paciente para el tratamiento quirúrgico o endovascular.

Una vez efectuado el diagnóstico y compensado el enfermo, toma partido el neurocirujano, quien decidirá la cirugía convencional a cielo abierto y la colocación de un clip -pequeño brochecito metálico- que cerrará el aneurisma roto para que no vuelva a sangrar, o bien el procedimiento endovascular.

Si bien la solución menos traumática es el cateterismo, hay aneurismas que se pueden solucionar de esta forma y otros que, indefectiblemente, deberán ser resueltos por cirugía convencional.

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