lunes, 3 de febrero de 2014

Un avance significativo hacia una posible “vacuna universal” contra la gripe

Cada año, la llegada de la estación con mayor incidencia de la gripe o influenza marca el momento culminante de una batalla iniciada meses antes y que consiste en que el bando de los científicos, a modo de servicio de Inteligencia Militar intentando predecir los movimientos del enemigo en el teatro de operaciones, debe inferir cuáles serán las mutaciones más probables del virus de la gripe y las consecuencias para la capacidad de ataque y la de resistencia de esas nuevas cepas víricas. Adelantarse a los acontecimientos puede suponer salvar muchas vidas humanas.

Hay diferentes tipos de cepas de gripe, y varían de un año a otro. Así que las autoridades en cada temporada deben hacer una conjetura e indicarles a los laboratorios farmacéuticos cuales son las variantes de la gripe y qué tipo de vacunas producir.

El equipo de James R. Swartz y Yuan Lu, de la Universidad de Stanford en California, ha dado un paso pionero hacia la posible creación de una vacuna universal de la gripe, una que se podría producir con mayor rapidez y que ofrecería una mayor protección que las vacunas disponibles en la actualidad, muy orientadas a cepas específicas.

Su nuevo enfoque surge de un mejor conocimiento sobre la estructura de una proteína clave en la superficie del virus de la gripe, así como de un nuevo proceso para la fabricación de vacunas basado en ese mejor conocimiento.

Un virus de la gripe se compone de diferentes proteínas. Sobresalen de la superficie del virus cientos de copias de una proteína llamada hemaglutinina. Cada una se asemeja a un hongo, con una cabeza y un tronco. La cabeza de la hemaglutinina ayuda a determinar la virulencia de una determinada cepa de la gripe.

Las actuales vacunas se basan en virus desactivados que contienen las cabezas de la hemaglutinina. Cuando se inyecta una vacuna contra la gripe en el torrente sanguíneo, el sistema inmunitario percibe la cabeza de la hemaglutinina como un objetivo de ataque, y crea anticuerpos para combatir contra lo que asume que es una infección.

Lograr que el sistema inmunitario aprenda a reconocer un objetivo de ataque es la esencia de la vacunación. Si estamos expuestos a la gripe después de ser vacunados apropiadamente, nuestro sistema inmunitario estará preparado para reconocer y erradicar el virus invasor antes de que éste se pueda replicar mediante nuestra maquinaria celular con una cantidad suficiente de copias para hacernos enfermar.

Swartz y sus colegas basan su nuevo enfoque para una vacuna de la gripe en el hecho de que, mientras que la citada cabeza del virus de la gripe varía cada año, el tronco de la proteína se mantiene constante a través del tiempo.

En teoría, una vacuna basada en el tronco de la proteína debería proteger de una manera más amplia contra el virus de la gripe, abarcando muchísimas cepas o incluso todas. Esto último la convertiría en una vacuna universal contra la gripe. Debido a que el tronco de la proteína se mantiene bastante estable año tras año, una vez que el sistema inmunitario produce anticuerpos contra ese antígeno, una protección para múltiples estaciones debería ser posible.

Swartz y sus colegas han logrado dar el primer paso técnico hacia la creación de una vacuna de esta clase, y esperan verificar sus expectativas sobre la acción de esta vacuna en futuras investigaciones.

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