domingo, 24 de agosto de 2014

Hipocondriacos, enfermos de ningún mal

Un dolor de cabeza puede ser algo común e inofensivo que con un paracetamol y un poco de descanso se cura, aunque para los hipocondriacos puede ser el síntoma de una mortal enfermedad. Se preocupan, detienen su vida y hasta llegan a perder el control por el miedo a morir.

María es una chica de 20 años que desde que era pequeña ha tenido mucho miedo a las enfermedades, empero, asegura que nunca estuvo mal de nada, salvo algún virus en la infancia. En su adolescencia sufrió anorexia nerviosa, aunque considera que esto no tiene nada que ver.

“Cada vez que me duele algo me pongo muy nerviosa y pienso que tengo algo malo, siempre relacionado con la cabeza y de tipo neurológico. Me han hecho radiografías y análisis de sangre, pero no han encontrado nada raro. Cuando me cuentan de alguien que tiene cáncer o que está enfermo me afecta demasiado”, señala.

Pese a que todos le dicen que no tiene de qué preocuparse que es muy joven y está sana, a veces se pone a llorar porque le da miedo tener algo malo y aunque parece absurdo, le dan ataques de ansiedad y se siente mal. “La estoy pasando fatal y así no puedo seguir. Llevo una vida miserable por culpa de las enfermedades imaginarias”, dice.

Según los especialistas, la hipocondría es, en esencia, una preocupación excesiva por la salud y representa casi el 9% de los pacientes que acuden a los hospitales. Esta preocupación conlleva a que se experimenten síntomas que no existen objetivamente o a agrandar los ya existentes produciendo angustia y depresión. Se la considera como una fobia a la enfermedad.

Agrandan los males
Los hipocondriacos, explica el médico Klaus Billewicz, confunden cuadros de ansiedad o depresión con afecciones graves. Pueden imaginar enfermedades con solo tener un leve síntoma, pequeñas heridas, dolores de cabeza, trastornos del sueño o algunas palpitaciones. “Es un miedo incontrolado a padecer alguna enfermedad”, explica.
Señala que no hay estadísticas pero que estudios dan cuenta de que una buena parte de las personas hipocondriacas son los hombres de 30 años y las mujeres de 40. Estas personas, añade, hacen su propio diagnóstico, entrando en contradicciones hasta con el propio médico, haciéndoles deambular de hospital en hospital para confirmar sus temores.
En criterio de la sicóloga Nadia Rocabado, la hipocondría es un estado donde la persona cree estar enferma y le atribuye a su cuerpo una serie de síntomas que realmente no tiene.

Cuestión de actitud
Asimismo, la sicóloga Mónica Rivero expresa que es una afección caracterizada por una gran sensibilidad del sistema nervioso que se presenta con cuadros de tristeza habitual y preocupación constante y angustiosa por la salud.

“Desde el punto de vista sicológico, es la actitud que el individuo adopta ante la enfermedad. Es un trastorno en el que la persona interpreta síntomas somáticos de depresión y ansiedad como un grave mal”, remarca.

Acota que los que padecen esta fobia piensan tener síntomas de enfermedades graves y es tan fuerte su convicción que los hacen fisiológicos; sin embargo, en las pruebas de análisis clínicos y en la revisión médica respectiva, todo sale negativo.

Son personas que viven autoevaluando su salud y ante el menor síntoma, quieren ir al médico y están pensando en que una enfermedad grave se está desencadenando en su organismo. “Al ser personas de baja autoestima tienden a agrandar los aspectos negativos de la vida y a centrarse en sí mismos”, resalta Rivero, precisando que para determinar si la persona sufre hipocondría debe presentarse este trastorno por lo menos seis meses de forma recurrente.

Entre las causas que pueden predisponer a las personas a este trastorno, Rivero menciona la sobreprotección excesiva, la educación basada en el miedo, la convivencia con alguna persona que padeció una enfermedad grave o alguna dolencia seria sufrida durante la infancia.

Por su parte el sicólogo Jorge Olguín, explica que otros factores son la interpretación errónea de los síntomas y las experiencias traumáticas que la persona tuvo debido al fallecimiento de un familiar muy querido, o relacionadas con una afección.

Cómo identificarlos

Rocabado menciona algunas características que pueden ayudar a identificar a un hipocondriaco; por ejemplo, si está preocupado constantemente por las enfermedades y por padecerlas, está convencido de tener algo malo, un dolor de cabeza cualquiera lo exagera y aunque se le demuestre con pruebas que no está enfermo, sigue convencido de lo contrario, vive ansioso, angustiado y temeroso, investiga sobre las dolencias y sus causas y constantemente visita a los médicos o salas de urgencia.

De persistir, subraya Rocabado, los hipocondriacos no pueden llevar una vida normal y tampoco lo que los rodean y los síntomas que maximizan pueden llegar a somatizarlos y volverse reales por la constante carga emocional. Además, su vida se ve afectada en todas las áreas: personal, laboral, familiar y social.

“La obsesión que vivenció en un inicio se convierte en fobia, lo que le impide interactuar o exponerse a una serie de situaciones, con la finalidad de ponerse a salvo de las enfermedades y de resguardar su vida”, argumenta.

Tratamientos

Es un mal que tiene cura, insiste Rivero, si primero la persona reconoce y acepta que está enferma y sigue con paciencia el tratamiento que es prolongado. La solución para este trastorno, es desarrollar una terapia cognitivo-conductual donde primero se maneja la ansiedad para luego detectar pensamientos recurrentes, controlando de esta manera los síntomas.

“Es un proceso que requiere paciencia y constancia como toda terapia. El 95% de los pacientes no reconoce el trastorno como en la mayoría de las patologías”, apunta.
Rocabado agrega que la terapia sicológica consiste en tratar los miedos y las angustias que se esconden detrás de este mal y, si acaso la persona padece de delirio, altos niveles de angustia o situaciones que escapan al control, la terapia debe ser con fármacos suministrados por un siquiatra

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