sábado, 20 de septiembre de 2014

Tabaco, diabetes, hipertensión y obesidad potencializan el alzhéimer

Dejar de fumar y una mejora en la prevención y tratamiento de la diabetes, obesidad y la hipertensión arterial son, a juicio del "Informe Mundial sobre el Alzheimer 2014 'La demencia y la Reducción del Riesgo: Un análisis de los factores de protección y modificables", la mejor manera para reducir el riesgo de alzhéimer en la población mundial.

El documento hace un llamamiento para que se integre la demencia en los programas mundiales y nacionales de salud pública junto con otras patologías no transmisibles y recuerda que la diabetes puede aumentar el riesgo de demencia en un 50 por ciento.

El informe realizado por un equipo de expertos seleccionado por el consorcio Alzheimer's Disease International (ADI) se hace público con motivo del Día Mundial de Alzheimer, que se celebra mañana 21 de septiembre, y forma parte de una campaña internacional para crear conciencia y combatir el estigma del alzhéimer.

Obesidad y ejercicio

Sus autores señalan algunos culpables del incremento de la incidencia de demencia en el mundo y llaman a su control: la diabetes, hipertensión arterial y tabaco. El informe recuerda además que la obesidad y la falta de actividad física son factores de riesgo importantes para la diabetes y la hipertensión, y deben, por lo tanto, también ser considerados objetivos en esta campaña.

Se trata de una radiografía mundial de esta enfermedad realizada sobre una muestra de 8.513 personas procedentes del Reino Unido, Australia, Chile, China, Polonia y España. Las cifras son representativas de la población adulta de cada país.

El documento reconoce que si bien aunque la salud cardiovascular está mejorando en muchos países de ingresos altos, otros de bajos y medianos ingresos muestran un patrón reciente de aumento de la exposición a factores de riesgo cardiovascular, con incremento de las tasas de diabetes, enfermedades del corazón y derrame cerebral.

Además, revela que las personas que han tenido mejores oportunidades de educación tienen un menor riesgo de demencia en la edad avanzada.

Las evidencias, dicen los autores en las conclusiones, sugieren que si bien la educación no tiene un impacto directo sobre los cambios que se producen en el cerebro que conducen a la demencia, sí reduce su impacto en el funcionamiento intelectual.

Vejez saludable

Así, continúa el documento, si entramos en la vejez con cerebros activos y más saludables somos propensos a vivir vidas más largas y más felices y más independientes, además de que tenemos menos posibilidades de desarrollar demencia. Y añade: la promoción de la salud del cerebro es importante durante toda la vida, pero sobre todo durante la mediana edad, debido a que los cambios en él pueden comenzar décadas antes de que aparezcan los síntomas.

El estudio también insta a los programas de patologías no transmisibles a incluir más a las personas mayores, con el mensaje de que nunca es demasiado tarde para hacer un cambio, ya que el curso futuro de la epidemia global de demencia es probable que dependa de manera crucial del éxito o el fracaso de los esfuerzos para mejorar la salud pública mundial a través de la población.

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