martes, 6 de enero de 2015

Descubren un nuevo tratamiento contra la malaria

Un grupo de científicos ha descubierto un nuevo tratamiento contra la malaria basado en el uso del ajenjo dulce. De esta planta se extrae la artemisinina principal ingrediente con el que se fabrican los medicamentos para tratar esta enfermedad, según la revista Proceedings of the National Academy of Sciences.
Durante décadas, los médicos y funcionarios de salud pública en todo el mundo han visto frustrados sus intentos de tratar la enfermedad por la capacidad que tiene el parásito de la malaria de desarrollar resistencia a los medicamentos. Pero la forma de combatir la malaria podría cambiar tras el descubrimiento del microbiólogo Stephen Rich, de la Universidad de Massachusetts Amherst, y su equipo.
Usar directamente el ajenjo dulce (Artemesia annua) es tres veces más duradero que utilizar la dosis estándar de los medicamentos que contienen artemisinina y que hoy constituyen la forma estándar de tratar la malaria a nivel mundial. Además, los autores del estudio afirman que si se duplica la dosis del fármaco, usar la planta sigue siendo dos veces más eficaz.
Para llevar a cabo sus descubrimientos, Rich y su equipo realizaron una serie de experimentos para comparar qué resultados tenía tratar la malaria con la planta y cuáles eran los frutos de combatir la enfermedad con el medicamento. Evaluaron en los tipos de malaria que afectan a los roedores qué tratamiento era más eficaz y qué parásitos resistían la enfermedad, una vez que se habían aplicado los diferentes remedios.
Para llevar a cabo sus experimentos, eligieron dos de los tipos de malaria que afectan a los roedores. La primera, Plasmodium yoeliibecause, una cepa resistente a los fármacos elaborados con artemisinina que puede ser combatida con el nuevo tratamiento y, una segunda cepa, el Plasmodium chabaudi. Esta segunda forma de malaria propia de los roedores es una de las que más se parece biológicamente al más mortal de los cinco parásitos del paludismo humano.
El estudio cobra especial importancia ya que significaría un tratamiento accesible y barato para las 3.200 millones de personas en riesgo de contraer la malaria, en las que 1.200 están en alto riesgo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).

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