viernes, 20 de febrero de 2015

El preocupante síncope vasovagal

El síncope vasovagal se produce debido a una estimulación excesiva del nervio vago en el sistema nervioso parasimpático. Este malestar provoca una disminución brusca del ritmo cardíaco y de la presión arterial. Por lo tanto, el oxígeno no llega de manera adecuada al cerebro y la persona se desmaya.

Los síntomas consisten en náuseas, sudor frío, palidez extrema y pulso lento. Asimismo, se siente una debilidad muy fuerte, problemas auditivos o visuales y bostezos sucesivos. Toma en cuenta que el síncope vasovagal dura solamente unos minutos y no es una afección grave. Sin embargo, es posible padecer otro desmayo cuando la persona no ha recuperado y ha vuelto a realizar actividades intensas.

Es importante destacar que el sistema nervioso controla la frecuencia cardíaca de manera automática. Numerosos factores son susceptibles de estimular el nervio vago en exceso y ocasionar un síncope vasovagal. Entre estos causantes, encontramos el estrés, calor, confinamiento, emoción intensa, dolor agudo, fobias, embarazo, afeitado en los hombres y la toma de algunos medicamentos.

Aunque las manifestaciones del síncope son preocupantes, este malestar no suele presentar riesgos para la persona afectada. Afortunadamente, es posible prevenirlo y reducir las recidivas.

¿Sabías que?

Posibles patologías cardiovasculares

Cuando sufres de manera recurrente de síncopes vasovagales, puede ser que padezcas una enfermedad cardiovascular como la bradicardia (ritmo lento cardíaco) o insuficiencia coronaria (incapacidad del corazón para bombear sangre). Estas afecciones necesitan un tratamiento a base de medicamentos. Por lo tanto, si presentas recidivas de estos desmayos, es fundamental que acudas a un médico para efectuar una serie de exámenes. Toma en cuenta que es preferible consultar a un cardiólogo o neurólogo para tener un diagnóstico preciso.

6 FACTORES QUE DEBES CONTROLAR

SUEÑO

El cansancio excesivo puede ser un causante del síncope vasovagal. Por lo tanto, es necesario dormir 7 horas por noche como mínimo. Asimismo, realiza actividades tranquilas antes de acostarte (leer un libro, escuchar música clásica, entre otras) y evita jugar en la computadora o mirar programas de televisión estimulantes (películas de terror o acción, por ejemplo). También puedes ingerir una infusión de valeriana media hora antes de dormir para optimizar tu sueño.

ALIMENTACIÓN

Es importante adoptar una alimentación equilibrada y variada, es decir que se componga de diversos nutrientes. Asimismo, intenta respetar una cierta rutina e ingerir tus diferentes comidas a horas fijas. En la noche, no cenes de manera copiosa. Por otro lado, evita beber mientras comas y espera 1 hora antes de acostarte luego de la cena. Este tiempo es necesario para favorecer el proceso de digestión.

ESTRÉS

Está demostrado que el estrés es uno de los factores causantes del síncope vasovagal. Por esta razón, debes alejarte al máximo de los elementos que te provocan ansiedad. También puedes realizar actividades que te relajan como yoga, meditación o masajes.

SISTEMA SIMPÁTICO

Debes reforzar tu sistema simpático para limitar los episodios de síncope vasovagal. Una buena opción consiste en la fitoterapia, ya que numerosas plantas permiten mejorar su funcionamiento. Es el caso del ginseng, maca, rodiola, entre otras. Puedes consumirlas en infusiones o aplicar unas gotas de su aceite esencial en tus sienes.

RESPIRACIÓN

Aprender a respirar correctamente es la clave para limitar las recidivas de los ataques de síncope vasovagal. El yoga es una disciplina recomendada para controlar tu respiración. Asimismo, puedes tomar clases de canto. También debes realizar ejercicios físicos e incrementar tu resistencia. En este caso, se sugiere optar por la natación o el trote, ya que son deportes intensos y saludables.

HIDRATACIÓN

La deshidratación favorece los desmayos. Por eso, una excelente forma de prevenir el síncope vasovagal consiste en beber en abundancia, preferencialmente agua, infusiones, sopas y zumos de frutas naturales. Además, debes adaptar la cantidad ingerida en función a las actividades que practicas. Por ejemplo, si efectúas un deporte intenso, aumenta tu ingesta de líquidos.


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