viernes, 6 de febrero de 2015

Una resonancia podría detectar el riesgo de estrés y depresión

La ansiedad y la depresión son dos de los trastornos del ánimo más prevalentes. Sin embargo, diagnosticarlos no siempre es fácil y tratarlos tampoco. Hasta ahora no hay ningún marcador que permita su diagnóstico precoz. ¿Pero y si pudieran “radiografiarse”? Eso es lo que propone un trabajo publicado en el último número de la revista “Neuron”.

Científicos de la Universidad de Duke tienen una nueva estrategia para predecir si las personas tienen un mayor riesgo de depresión o ansiedad después de los acontecimientos estresantes, y por lo tanto podrían beneficiarse de intervenciones tempranas para salvaguardar su salud mental. Según el trabajo hay una correlación entre la forma en que responde el cerebro ante fotos de rostros enojados o temerosos y la capacidad de la persona que las ve para recuperarse de los estresores psicólogicos que acechan en la vida cotidiana, como rupturas de pareja o reveses económicos.

Y al parecer es tan sencillo como hacer una resonancia magnética funcional. Según el estudio, los participantes cuyas resonancias registraron mayor actividad en su amígdala -un grupo de neuronas relevantes en la detección de amenazas y el recuerdo de la información negativa– se evaluaron a sí mismos más propensas a la depresión o ansiedad ante sucesos estresantes con los que se habían enfrentado hasta cuatro años después de participar en el estudio. "Encontramos que las respuestas más fuertes de la amígdala predicen mayores síntomas de depresión y ansiedad en respuesta al estrés en el futuro, en un plazo de 1 a 4 años", explica el autor principal, Johnna Swartz de la Universidad de Duke.

Marcador de riesgo

Los investigadores midieron la actividad de la amígdala de 750 estudiantes universitarios de entre 18 a 22 años, todos libres de depresión o trastornos de ansiedad al inicio del estudio, según sus propias declaraciones. Esto podría considerarse un punto débil del estudio, ya que no se utilizaron cuestionarios estandarizados para medir depresión ni ansiedad. Después de los estudios por imagen, todos los participantes fueron sometidos a seguimiento y contactados por correo electrónico cada tres meses para completar una breve encuesta online sobre su estado de ánimo y su reacción ante los acontecimientos estresantes que les habían ocurrido. Alrededor de 350 estudiantes completaron la encuesta y, de estos, más de la mitad completó una evaluación al menos un año después de las pruebas de imagen.

Según los investigadores, además de identificar un marcador de riesgo para el desarrollo de futuros síntomas de salud mental, los resultados sugieren que las terapias para encontrar medicamentos que disminuyen la actividad de la amígdala pueden ser más efectivas para prevenir o aliviar la depresión y la ansiedad relacionada con el estrés. Además permitirá, mediante la identificación de factores genéticos o ambientales que contribuyen a la mayor reactividad de la amígdala, una mejor comprensión de las vías por las que desarrollan la ansiedad y la depresión en respuesta al estrés.

Aunque los resultados no pueden aliviar el dolor que siente la gente después de perder un ser querido, el desarrollo de una condición médica grave o las dificultades financieras, sí pueden contribuir a que las personas vulnerables tengan el tratamiento temprano y a evitar el desarrollo de problemas psicológicos crónicos, aseguran los investigadores.

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