viernes, 28 de agosto de 2015

Más de 300 enfermos bolivianos esperan por un riñón en Argentina



La falta de diagnósticos o de tratamientos efectivos movilizó a más de 300 bolivianos hacia la Argentina con la esperanza de curarse de sus problemas renales o acceder a un trasplante de riñón en algún hospital a través del sistema público de salud. Uno de los puntos fundamentales es que en Buenos Aires se cubren gastos que en Bolivia todavía son costosos o responden a varios trámites.

“Llegue aquí muy anémico después de mucho andar en Bolivia y rogar ayuda, porque puede ser que ya hay diálisis gratis, pero si te pones un poquito mal tienes que hacer largas filas buscando que te manden a un análisis y otras cosas que se necesiten. Siempre te mandan de un lugar a otro, y si estás muy mal te mueres nomas”, relata Efraín Serrudo, quien llegó hace un mes desde Santa Cruz de la Sierra.

La historia de Efraín
Efraín tiene 19 años y en 2012 su madre le donó el riñón, posteriormente el trasplante se concretó en Bolivia gracias a la organización de Damas Voluntarias de Santa Cruz (Davosan), quienes consiguieron que la operación sea gratuita y le brindaron apoyo económico para cubrir parte del gasto de los inmunodepresores que debía tomar para un correcto funcionamiento del órgano trasplantado.
El riñón de Efraín dejó de funcionar hace un par de meses, pero en Bolivia no pudieron realizarle la biopsia que constate el estado del órgano. De esta manera, Efraín y su familia primero peregrinaron hasta conseguir el médico que les realice el estudio y luego buscaron el lugar dónde hacer la biopsia; cuando lo consiguieron el equipo no estaba funcionado, entonces no lo pensaron dos veces y emprendieron el viaje hacia Buenos Aires.
“Desde que yo llegué me atendieron bien, primero fui a otro hospital y de ahí me mandaron aquí (Hospital Argerich). De entrada me hicieron la biopsia y a la tarde me pusieron el catéter para iniciar la diálisis ante la falla del riñón. Como estaba anémico tuvieron que ponerme sangre y fue todo rápido”, cuenta Efraín.
Los procedimientos
en Argentina
En Argentina el acceso a la salud es gratuito y universal y los tratamientos en hospitales públicos son cubiertos por el Estado si es que el paciente no cuenta con una Obra Social (Seguro de salud). De esta manera, los extranjeros son igualmente atendidos con su cédula de identidad o pasaporte.
Sin embargo, para acceder al trasplante de un órgano de un donante cadavérico es necesario contar con el Documento Nacional de Identidad (DNI) permanente que se otorga luego de dos años de residencia en el país vecino.
Desde el Instituto Nacional Central Único Coordinador de Ablación e Implante (Incucai), informan que en Argentina se tienen 28.000 pacientes en diálisis y alrededor de 7 mil están en lista de espera para el trasplante de un riñón proveniente de un donante cadavérico. Añaden que se practican alrededor de 1.200 trasplantes anuales de los cuales 800 son de donantes cadavéricos y 400 son de donantes vivos (familiares del paciente).
El doctor Rubén Schiavelli, jefe de la división de nefrología y trasplante renal del hospital de alta complejidad Cosme Argerich, señala que la patología se transformó en una epidemia, sin ser de causa infecciosa como lo eran las epidemias en el pasado. Afirma que ésta es ocasionada por enfermedades metabólicas como la diabetes, la hípertensión arterial (nefroangioesclerosis), entre las principales causas. Así resaltó que cada año aumenta la incidencia de pacientes en diálisis.
El galeno explica que la posibilidad de trasplantar a pacientes con Enfermedad Renal Crónica (ERC) aumenta la calidad y esperanza de vida en un 75 por ciento de los pacientes al sexto año en comparación de un paciente en diálisis que sólo llega a un 30 por ciento de sobrevivencia en el mismo periodo. Añade que el riesgo de rechazo del órgano es menor al 10 por ciento, si se realiza una aplicación adecuada de los inmunodepresores y el tratamiento.
Empero, aclara que para un mayor tiempo de vida deben tener una vida saludable, señalando que la mayor causa de muerte de pacientes trasplantados son las enfermedades cardiovasculares y no así los problemas renales.
Schiavelli detalla que hay dos formas de conseguir los órganos, una es de un donante cadavérico que debe ser mayor de 18 años y que fallece generalmente en una unidad de terapia intensiva, de muerte encefálica (muerte cerebral), misma que es irreversible.
El nefrólogo aclara que desde el año 2010 con la nueva ley se habla de un consentimiento presunto de donación de órganos, salvo que la persona en vida haya manifestado lo contrario a uno de sus familiares.
En cuanto al donante vivo, la ley argentina es bastante clara al señalar que sólo los parientes o la pareja pueden ser donantes; pues se busca que no haya una transacción económica por ese órgano. En el caso que se lleve a otra persona como donante, un juez determinará que no existió ningún interés que no sea el de ayudar a la otra persona.

Extranjeros que quieran riñón deben residir
Si el paciente renal extranjero tiene un donante vivo (familiar) se le puede realizar el trasplante, si es lo más conveniente luego de realizarle los estudios pertinentes, aunque éste no tenga su situación migratoria regularizada.
Sin embargo, para entrar en la lista de espera de un riñón de donante cadavérico éste debe tener la residencia permanente, lo cual demora aproximadamente dos años y medio. Luego de esto recién se le pueden hacer los estudios y entrar a la lista de espera. Una vez en la lista se demora entre dos y tres años más hasta conseguir un donante, pero en este tiempo puede acceder a la diálisis y al tratamiento necesario.
Más de 300 bolivianos
en tratamiento
De acuerdo a los datos del Sistema Nacional de Información de procuración y Trasplante de la República Argentina (Sintra) actualmente cerca de 300 personas de nacionalidad boliviana se realizan el tratamiento para su Enfermedad Renal Crónica (ERC) y acceden a la diálisis en el vecino país. De éstas, 50 personas ya ingresaron en la lista de espera para un trasplante de riñón de un donante cadavérico. Empero, los demás bolivianos en tratamiento esperan terminar sus trámites de residencia para formar parte de la lista en un futuro próximo.
Efraín Serrudo señala que decidió quedarse en Buenos Aires porque piensa que la atención es mejor y ahora tiene que hacerse diálisis, tres veces por semana, mientras espera beneficiarse de la donación de un riñón.
“Ya hice el trámite para la residencia temporaria, el cual me entregarán en los próximos meses y de ahí debo esperar unos dos años a tener la radicatoria permanente. Ahora me pueden realizar todos los estudios necesarios para entrar a la lista de espera, estoy pensando en alquilar un cuarto cerca del hospital y tratar de estudiar en la universidad”, dice con entusiasmo.
Otro caso que encontramos en la unidad de diálisis del hospital Argerich fue el de Hilaria Vilca, quien es de Camargo-Chuquisaca y tiene 24 años de edad. Ella cuenta que tiene problemas renales desde los nueve años y afirma que con el apoyo del párroco del pueblo pudo realizar tratamientos. De esta manera, desde sus 15 años empezó con la diálisis en el hospital Santa Barbara de Sucre.
Para esto contó con el apoyo de las religiosas del hospital, donde vivió internada dos años, poco tiempo después mediante ese mismo apoyo y de manera gratuita logró trasplantarse el riñón que le donó su mamá en el año 2010; sin embargo cuando cumplió 18 años ya no recibió más apoyo y tenía que trabajar para comprar los inmunodepresores del tratamiento, mismos que tenían un valor elevado.
Por problemas familiares Hilaria migró a la Argentina, al sur del país, donde vivían sus hermanos y trabajaban en el área de la construcción. Desde siempre trabajó para comprar los medicamentos y se realizaba los controles de urea y creatinina cada que podía.
“En 2014 me vine para Buenos Aires y trabajaba en un taller textil 14 horas al día y vivía ahí mismo, pero aún así seguía tomando mis medicinas porque yo sabía que si las dejaba de tomar me iba a poner mal. Me daban permiso para ir al hospital pero me descontaban por los días que me perdía, luego me puse mal y tras preguntar en varios hospitales llegué al Hospital Argerich. Luego de realizarme la biopsia salió que mi riñón trasplantado no estaba funcionando y me lo tuvieron que sacar”, relata con tristeza.
Hilaria añade que hasta antes de que le saquen el riñón seguía trabajando, pero cuenta que luego estuvo internada un mes y ahora no puede trabajar en costura. Los días que no tiene diálisis trabaja como niñera, cocinera o hace un poco de costura, dice que a pesar de su condición de salud que la limita no le queda de otra, porque tiene que tratar de cubrir sus gastos, entre estos el alquiler del cuarto en Villa Celina, su alimentación y transporte para llegar al hospital.
“Aquí me atienden bien, pero lo poco que puedo trabajar no me alcanza, y me siento sola, extraño mucho a mi mamá y a veces me deprimo cuando pienso en mi enfermedad, pero no voy a volver porque mi papá no me quiere, así que seguiré aquí con mi tratamiento” añade entre lagrimas.
Hilaria al Igual que Efraín no cuenta con la residencia permanente y deberá continuar con las diálisis y el tratamiento, hasta tener este documento. Esto le permitirá entrar a la lista de espera para conseguir el trasplante de riñón que le brinde una mejor calidad de vida.



Médico tarijeño trabaja en
trasplantología del Argerich

El hospital Argerich es un hospital público de alta complejidad y una de sus áreas de especialidad es la nefrología, abocada al tratamiento del riñón. De esta manera es el único hospital público de la ciudad autónoma de Buenos Aires, donde se realizan trasplantes renales y renopancreales, además se cubren servicios de nefrología clínica, hemodiálisis de crónicos y hemodiálisis de agudos.
Fernando Lizárraga Bejarano es un joven médico tarijeño, nefrólogo y trasplantologo clínico especializado en este nosocomio y en la Universidad Católica Argentina (UCA), también estudió en los Institutos Salvador Zuviran e Ignacio Cháves de la ciudad de México. Actualmente está a cargo de la jefatura de residentes de nefrología del hospital Argerich.
Lizárraga relata que en los cuatro años que realizó la residencia aprendió mucho de sus colegas y jefes en lo referido al trasplante renal. Dice que desde su experiencia es la mejor terapia para la enfermedad renal crónica terminal; empero aclara que es un campo en el que Bolivia “tiene mucho por avanzar”.
Durante su última rotación en marzo de este año estuvo en el servicio de nefrología del Hospital Regional San Juan de Dios de Tarija y pudo entender la realidad de la medicina en Tarija. Empero, más allá de los aspectos negativos afirma que el hecho de que haya 50 pacientes que se realizan este tratamiento de forma gratuita es bueno. Espera que se consolide el programa de trasplante gratuito que el gobierno nacional impulsa desde el año 2014.
“Estoy muy contento por estos avances y en el futuro espero contribuir con mi experiencia en la temática, en especial a lo referido a donantes cadavéricos, cuya práctica recién se está iniciando en Bolivia. Según me comentó la encargada del programa de salud renal, dependiente del Ministerio de Salud, se está trabajando para cumplir con los protocolos y normas internacionales en este tipo de intervenciones”, concluye Lizárraga.

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