jueves, 27 de agosto de 2015

Temible fiebre tifoidea en niños

La fiebre tifoidea es una enfermedad bacteriana seria, debido a que acarrea numerosas complicaciones y puede ser fatal. El periodo de incubación (intérvalo de tiempo entre la transmisión del agente infeccioso y la aparición de los primeros síntomas de la afección) oscila entre 7 y 14 días. Las principales manifestaciones clínicas consisten en fiebre alta (hasta 40°C), cefaleas y dolores de garganta. Asimismo, el niño afectado suele sufrir de cansancio, dolores estomacales, estreñimiento o diarrea. Finalmente, algunas manchas de color rojizo pueden aparecer sobre el vientre o pecho del pequeño.

Es importante destacar que cuando el paciente no recibe tratamiento, los síntomas empeoran rápidamente. Por esta razón, debes acudir a un médico de inmediato para poder aliviar a tu hijo y evitar las temibles complicaciones de esta enfermedad. Toma en cuenta que cuando se administra un tratamiento correcto, las manifestaciones clínicas desaparecen progresivamente luego de una semana.

4 datos claves para tomarlos en cuenta

Causantes

La fiebre tifoidea es causada por la bacteria Salmonella Typhi y se transmite a través del agua o alimentos contaminados por heces u orina. Debido a que el periodo de incubación es largo, un niño puede contagiar a otra persona antes de presentar los síntomas de la enfermedad y recibir el tratamiento. Por lo tanto, esta afección es muy contagiosa y es esencial que toda la familia respete reglas de higiene estrictas como lavarse sistemáticamente las manos antes de comer y después de entrar al baño.

Diagnóstico

Debes acudir a un médico cuando aparecen los primeros síntomas. Para establecer el diagnóstico, el doctor ausculta al niño y efectúa un cultivo de sangre y heces. De esta manera, puede identificar si el agente infeccioso corresponde a la bacteria Salmonella Typhi. Es fundamental realizar un diagnóstico preciso para asegurarse que tu hijo padece fiebre tifoidea y empezar el tratamiento adecuado de inmediato.

Consecuencias

Cuando la fiebre tifoidea no es tratada rápidamente, el niño suele sufrir complicaciones severas. Las principales consecuencias son los sangrados intestinales, adelgazamiento y episodios continuos de diarrea. Asimismo, la fiebre puede ser persistente, lo que acarrea una pérdida del conocimiento o alucinaciones. El principal peligro de la fiebre tifoidea consiste en la perforación del intestino, por lo que las bacterias se expanden en la cavidad abdominal y ocasionan una peritonitis, la cual suele ser mortal.

TRATAMIENTO

Para tratar la fiebre tifoidea, es necesario administrar antibióticos al niño. Sin embargo, no puedes automedicar a tu hijo, ya que los fármacos utilizados deben ser adaptados a su estado de salud. Además, es primordial respetar la posología para evitar las recidivas o complicaciones. Por eso, acude a un médico para que realice una auscultación precisa y opte por el mejor tratamiento. Toma en cuenta que en los casos más severos, puede ser inevitable hospitalizar al menor.

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