Pero el parecido no acaba ahí. La terapia del VIH llegó a mediados de los años 90 del siglo pasado a un modelo de combinación de fármacos (los antivirales), y la del virus de la hepatitis C (VHC) va en el mismo camino.
No es que usar dos fármacos a la vez sea una novedad. Ya se hace con la hepatitis, con una combinación de interferón y ribavirina. Pero es un tratamiento largo (de seis meses a un año) con efectos secundarios y una tasa de éxito discreta (alrededor del 50%).
Por eso la revista The Lancet da tanta importancia a otros estudios que con otros cócteles (un inhibidor de la polimerasa y un inhibidor de la proteasa, hasta las dianas se parecen a las que se usan con el VIH) que se han probado en Australia y Nueva Zelanda, con buenos resultados.
El estudio es todavía de fase I (el que prueba la seguridad) y se ha hecho con 88 pacientes, pero sirve para comprobar que no hay efectos secundarios (algo muy importante ya que con la terapia que se usa actualmente casi la mitad abandona) y ya permite adelantar resultados prometedores.
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