El equipo, liderado por el científico Glenn Merlino, practicó diversos experimentos sobre ratones y observó cómo la radiación ultravioleta sobre el organismo desencadena la producción de un tipo de glóbulos blancos denominados macrófagos, lo que a su vez favorece la creación de Interferón Gamma y el desarrollo de melanomas.
Merlino, del Instituto de Cáncer de Maryland (EEUU), asegura que bloquear con anticuerpos el Interferón Gamma, una proteína de “tipo II”, inhibe el crecimiento anómalo de células en la piel, mientras que bloquear de la misma forma interferones de “tipo I” no surte el mismo efecto.
Al contrario, se considera que los interferones de “tipo I” son moléculas que impiden el desarrollo de tumores, hasta el punto de que una de ellas, la IFN-alpha, se utiliza clínicamente para tratar el melanoma.
De este modo, la idea de que la IFN-gamma favorece el progreso de los tumores cancerígenos supone un “potencial cambio de paradigma” en este campo de la medicina y un importante avance tanto en la prevención como en el tratamiento del cáncer de piel. Si bien la comunidad científica acepta que existe una relación entre la radiación ultravioleta y la formación de melanomas, el mecanismo que subyace a esa relación todavía no está descrito de manera exhaustiva.
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