Y es que para muchos resulta inevitable dejarse intimidar por la presencia del médico o por el hecho de estar en su consulta, o peor todavía, en un hospital.
Estos nervios se pueden ver plasmados en una alta presión sanguínea y la segunda vez que pase, lo más probable es que el doctor decida comenzar un tratamiento.
Lo malo es que el paciente no es hipertenso, simplemente se pone nervioso, como apunta la editora de Salud de la BBC Helen Briggs.
Pero, la urgencia por comenzar el tratamiento no es baladí. La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera la alta tensión arterial como la mayor causa de muerte a nivel mundial.
Según la OMS, la hipertensión (140/90 mm Hg) afecta a mil millones de personas, un 25 por ciento de la población adulta. Además, provoca casi dos tercios de los ictus cerebrales (accidentes cardiovasculares) y la mitad de los infartos del corazón. No en vano es conocida como "el asesino silencioso".
Científicos del Reino Unido han concluido que al menos un cuarto de los pacientes diagnosticados, en realidad sufren esa hipertensión de bata blanca.
De hecho, los protocolos del sistema de salud pública han sido recientemente alterados para recomendar que antes de comenzar el tratamiento prueben con la "medición ambulatoria".
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