Susanne Larsen, de 44 años, se estaba recuperando tras una reciente operación por el cáncer incurable de médula ósea que padece. Sin embargo, ante su sorpresa y de forma inesperada, fue trasladada a toda prisa a una pequeña habitación sin ventanas del Hospital Nacional de Dinamarca, en la que permaneció durante cuatro horas completamente sola. Lo que Larsen no sabía era que su repentino traslado venía motivado por la admisión del secretario general de la Alianza Atlántica por una fractura en un brazo.
Sorprendentemente, el personal le dijo que si quería pedir ayuda tendría que "golpear un vaso de agua con una cuchara", dado que en ese cuarto no había habilitado ningún botón de emergencia. Sin embargo, nadie la escuchó cuando necesitó ser socorrida: Larsen sufrió un ataque de calambres y, según afirma, "quedó inmersa en su propio vómito".
Mientras, Rasmussen se recuperaba tranquilamente de la operación en su brazo, fracturado durante un paseo en bicicleta en Bruselas.
Larsen se ha quejado del trato preferencial que recibió Rasmussen y de cómo se sintió humillada tras el incidente.
El director del hospital, Torben Stentoft, ha declarado que lamenta lo ocurrido y que espera no vuelva a suceder jamás. Asimismo, ha añadido que "se ha abierto una investigación al respecto".
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