La guerra contra las bebidas energéticas de nueva generación, que prometen dar fuerza para afrontar extenuantes jornadas de trabajo, fue iniciada por el fiscal general de Nueva York, Eric Schneiderman, que decidió iniciar una investigación en las empresas productoras.
Según reportó el Wall Street Journal, se les reprocha no informar a los consumidores de manera lo suficientemente transparente sobre los ingredientes de las bebidas, sus efectos sobre la salud y sobre todo si son realmente inocuas.
Su consumo está cada vez más extendido en Estados Unidos, para muchos de manera peligrosa: sobre todo de parte de los más jóvenes, que no se limitan a utilizar las bebidas energéticas para estudiar y trabajar, sino también para los maratones en discoteca, mezclándolas con alcohol para obtener un efecto de euforia sin sensación de aturdimiento.
Por este motivo los investigadores están evaluando, por ejemplo, si el agregado de ingredientes como el guaraná -que tiene más cafeína que el propio café- viola las leyes que obligan a revelar en cada etiqueta la cantidad global de cada ingrediente. Una lata contiene 207 miligramos de cafeína, mucho más que una taza de café, que contiene entre 80 y 100.
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