“Muchos de los mosquitos de los que se alimentan los murciélagos son transmisores de dengue, fiebre amarilla y otras que pueden afectar a los cultivos”, es la aseveración del coordinador de la Red Latinoamericana de Conservación de los Murciélagos (Relcom), y director del Centro de Biodiversidad y Genética de la UMSS, Luis Fernando Aguirre.
Esta especie, que habita fundamentalmente en regiones del trópico tiene la capacidad de alimentarse con 600 a 1200 mosquitos por hora.
Este aporte permite que los mosquitos con altos riesgos para la salud, proliferen descontroladamente. En Bolivia, su principal amenaza son las supersticiones y creencias, así como la destrucción de su hábitat.
De las 1250 especies que quedan en el mundo, 132 están en Bolivia, y 80 en Cochabamba. Aguirre destaca que de las 132 especies en Bolivia 131 especies son áltamente útiles para los servicios ambientales. “Evidentemente existen murciélagos vampiros, que toman sangre, pero es una de las 132 que existen en Bolivia”, aclaró. Entre otra de las funciones de los murciélagos, el experto destaca su aporte en la polinización, la dispersión de semillas y el control de plagas, en el valle fundamentalmente con la eliminación de la polilla que consume las cosechas de maíz.
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