Durante varias décadas, neurólogos y psicólogos atribuyeron este problema del aprendizaje a una representación mental defectuosa de las palabras, incluyendo fonemas, elementos sonoros característicos de la lengua, dijo Bart Boets, autor principal del estudio publicado en la revista estadounidense Science.
Sin embargo, debatida por décadas, la causa de la dislexia podría ser mejor entendida ahora, gracias al estudio.
La gente con dislexia tiene dificultad para leer, procesar el lenguaje hablado y para aprender. Esto es porque luchan con el proceso por medio del cual los sonidos del mundo real son mapeados hacia fonemas internos, pequeñas clavijas neurales que categorizan los sonidos y ayudan a hacerlos interpretables.
Los científicos han discutido por qué los disléxicos tienen dificultad con este proceso; algunos sugieren que las representaciones fonéticas son distorsionadas en el cerebro disléxico.
Otra teoría es que las representaciones fonéticas están intactas en gente con dislexia, sólo difíciles de acceder por otras regiones del cerebro involucradas en el procesamiento del lenguaje.
Pruebas comunes para la dislexia están dirigidas a ambos –representación fonética y acceso a esa representación– y por tanto, los científicos no han tenido suerte en ubicar con precisión las raíces de la dislexia.
Hallazgo
Para desenredar las dos fuentes potenciales, Boets y colegas escanearon los cerebros de 22 adultos normales y 23 disléxicos.
Ellos utilizaron una técnica conocida como análisis de actividad multivóxel para observar patrones de actividad nerviosa en el cerebro conforme estos individuos respondieron a ciertos estímulos del habla, notando con qué precisión fueron mapeados los sonidos con sus representaciones fonéticas relacionadas.
Para sorpresa de los investigadores, las representaciones fonéticas estaban completamente intactas en ambos lectores, disléxicos y normales.
Los científicos entonces llevaron a cabo un segundo análisis para explorar si la conectividad en el cerebro difería entre los dos grupos. Los investigadores evaluaron qué tan fácilmente 13 regiones involucradas en el procesamiento del lenguaje podrían conectar a las representaciones fonéticas, descubriendo que la conectividad estaba significativamente obstaculizada entre ciertas regiones en los cerebros de los disléxicos.
Cuanto más mala era la conexión, peor se desempeñaba el individuo en lectura, ortografía y otras pruebas. Esto sugiere que el acceso deficiente a representaciones fonéticas, no la calidad de estas representaciones, se encuentra en el corazón de la dislexia.
El trabajo de Boets podría eventualmente resultar en mejores intervenciones –aquellas que se enfocan en mejorar la conectividad cerebral– para ayudar a aquellos con dislexia.
“En las sociedades alfabetizadas actuales”, dice Boets, “las dificultades para leer y escribir no sólo afectan a la educación y el desarrollo cognitivo, sino que también tienen un gran impacto socio-emocional".
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