lunes, 23 de febrero de 2015

Diez síntomas cotidianos de ninguna enfermedad

Yo ronco. Tú tienes taquicardias. Él suda. Todos nosotros padecemos síntomas relacionados con la normalidad de la fisiología humana, diferentes a aquellos vinculados con una enfermedad, pero que en momentos inoportunos, un bostezo, el rubor o una ventosidad pueden condicionar las capacidades sociales, laborales y familiares

¿En qué consiste la "meadilla del miedo”? ¿Cómo se produce la afonía? ¿Se puede evitar un retortijón? Estas son las tres preguntas clave, en torno a veinte síntomas, sobre las que reflexiona el catedrático en medicina y presidente de Honor de la Real Academia Nacional de Medicina, Manuel Díaz-Rubio, en su libro "Los síntomas que todos padecemos” (Ed. Arán).

Página a página, en una primera revisión de este texto, EFEsalud se adentra en la comprensión de diez rasgos fisiológicos que destacan por su frecuencia y por la imposibilidad de prevenirlos.

"Son inopinados, inoportunos, forman parte de la esencia del ser humano y no los podemos controlar”, afirma.

Famosos, artistas, escritores y cantantes. Todos podemos quedarnos en blanco ante un evento o ruborizanos ante la persona que nos gusta. Ello no es indicativo de enfermedad, por lo que sólo cuando el síntoma se convierte en crónico es recomendable acudir al médico, quien determinará si es fisiológico o patológico.

Su frecuencia deriva en su aceptación. Debemos saber vivir con ellos. Conocer cómo se producen. Seguir los consejos que ayuden a limitarlos y "antes de caer en la automedicación, consultar al médico”, recomienda Manuel Díaz-Rubio.
Los síntomas del día a día, primera parte

Genética y equilibrio emocional son sus orígenes más comunes. Escaso es el control que se puede desarrollar sobre nuestros sentimientos. Menos aún se puede influir en la fisiología del cuerpo humano, cuyas reacciones se adelantan a nosotros mismos.

"Con la parte cortical del cerebro vemos una cosa, la procesamos y damos una respuesta, pero hay otra parte que no podemos evitar”, destaca Manuel Díaz-Rubio.

Dentro de lo inevitable, lo frecuente y lo inopinado de estos síntomas se puede saber que:

La taquicardia sinusal es una respuesta del cuerpo ante determinados tipos de estrés, en los que se superan los 100 latidos por minuto. Pasado un tiempo, el ritmo cardíaco se estabiliza, por lo que no se recomienda recurrir a betabloqueantes, dados sus efectos secundarios.
Imagen de la frente sudorosa del boxeador británico Dereck Chisora, en una sesión de entrenamiento en Londres. Efesalud.com

Sudoración. La liberación de agua forma parte del mecanismo humano, que nace con entre 2,5 a 4 millones de glándulas, para mantener su temperatura. El alcohol, el ejercicio o la cafeína suelen ser la causa de situaciones sociales incómodas, para las que se recomienda aumentar la higiene, utilizar pañuelos o recurrir al tratamiento psicológico.

Ventoseo. La mayoría de las entre 7 y 20 ventosidades diarias se pueden controlar. A veces esto no es posible. El único consejo para no atravesar esta situación es una dieta sana y baja en legumbres, almidón y lactosa.

Quevedo, en versos atribuidos a su persona, nos relataba que "el pedo es vida, el pedo es muerte y tiene algo que nos divierte”.

Rubor. El enrojecimiento del rostro, momentáneo e incontrolable, suele ser una respuesta a una emoción, fobia social o una enfermedad. No existe tratamiento específico, pero cuando el temor a padecerlo (ereutofobia) limita la vida diaria, se puede recurrir a la terapia psicológica.

Meadilla del miedo. El equilibrio emocional es el origen de la necesidad de orinar, sin deseo y, la mayoría de las ocasiones, sin resultado. Ante lo que el cantante Ramoncín llamó "la meadilla del gladiador”, se recomienda acudir al baño antes de momentos de tensión, medidas de relajación y, en el último caso, el uso de compresas.

Afonía-Disfonía. Nuestra voz es única. Sin embargo, en ocasiones, el tabaco, el frío o el miedo a hablar en público (fonofobia), hacen que sea menos nuestra. Es el momento en el que aparecen la afonía, relacionada con el movimiento de las cuerdas vocales, y la disfonía, fruto de las lesiones mucosas. Conocer las causas y evitarlas cuando se habla en público, es la mejor forma de actuar.

"Cuando más culto somos, más sofisticados y más sentido de responsabilidad tenemos, más se acentúan estos síntomas”, explica el doctor Díaz-Rubio.

Retortijón. Este dolor abdominal tipo cólico, con intensidad y duración variable, suele tener su origen en el síndrome de intestino irritable. El espasmo no sincrónico del colon, un mayor ritmo intestinal y la hipersecreción de agua son sus características. Cuando defecar o expulsar gases no soluciona el problema y el dolor continúa, se debe acudir al médico.
Dos jóvenes pasean delante de una obra en la feria de arte ArtRio, en Río de Janeiro (Brasil). Efesalud.com

Sequedad de la boca. Aunque llegamos a producir 34.000 litros de saliva durante nuestra vida, existen momentos, en que no sentimos ni una gota de los 1,5 litros que generamos al día. El estrés suele secarnos la boca, lo que dificulta el habla, masticar o tragar. Por tanto, relajarse, beber agua, comer caramelos de menta o masticar un chicle puede ayudar a solventar el problema.

Ronquido. "Ríe y el mundo reirá contigo; ronca y dormirás sólo”. Con estas palabras explicaba el filósofo Anthony Burgess los efectos del sonido originado por el vibrar del paladar blando al chocar contra la pared posterior de la faringe.

Detrás de los más de 60 decibelios que un ronquido pueden alcanzar se encuentran la obesidad, el alcohol o la mandíbula corta. Frente a cientos de consejos populares, la efectividad tan sólo se ha demostrado con fármacos antirronquidos o con la utilización de férulas de avance mandibular.

"El ronquido extemporáneo, aquel que se produce un día, aunque no se ronque habitualmente, se puede deber a la postura o a la ingesta de alcohol”, destaca.

Temblor fisiológico. Miedo. Estrés. Ansiedad. Nuestro estado psicológico suele determinar las entre 6 y 12 oscilaciones por segundo de manos, piernas o cuello, que nos llevan a afirmaciones como "estoy temblando de miedo”. Evitar estimulantes como el azúcar o el café suele ser suficiente, sin embargo, si no lo es, se puede recurrir a ansiolíticos o betabloqueantes.

Nuestro cuerpo es un máquina perfecta. A veces sus reacciones nos suponen un perjuicio social o familiar, pero forman parte de nuestra esencia. la mayoría de ellos, al no estar relacionados con una enfermedad, se afrontan a partir de una actitud personal tranquila y positiva.

Falta mucho del funcionamiento de nuestro cuerpo por conocer. Diez síntomas hemos abordado. Otros diez menos nos quedará por descubrir, en las próximas semanas, en las que EFEsalud, junto al doctor manuel Díaz-Rubio analizará: defecarse de miedo, bostezo, disfunción eréctil, somnolencia, quedarse en blanco, estornudo, tos nerviosa, cefalea de tensión, escalofrío y ruido de tripas.

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