Heridas abiertas desde hace 20 años pudieron cerrarse en poco tiempo a partir de curaciones avanzadas, con una receta nada extraordinaria, según explica el médico Juan Pablo Castro Nogales, quien lo consigue con actualización permanente, tecnología nueva, compromiso y dedicación. Su éxito abarca al complejo mal del pie diabético, por lo que devuelve la esperanza de vida a muchos enfermos graves.
El doctor Castro recuerda que cuando comenzó a trabajar en algunas postas sanitarias le tocó atender a muchas personas con heridas crónicas, por ejemplo, escaras por presión, úlceras por pie diabético o venosas por accidentes; todas lesiones que curaba siguiendo la metodología tradicional, que hasta ahora se enseña en las facultades de Medicina.
Pero un día llegó a su consultorio una madre enferma acompañada de su hijo; él, que había escuchado referencias de novedosas curaciones de heridas en ese lugar, le dijo que ella tenía 90 años y había sido desahuciada en un hospital por una patología de base (enfermedades que llegan a postrar a un paciente), derivando en una escara de cuarto grado en la región sacra y los talones (la herida tocaba incluso los huesos).
Al notar la gravedad de la lesión, el doctor Castro recomendó una atención en un hospital de tercer nivel, mas el hijo desesperado por la situación de su madre le rogó que la atendiera él. El médico, pese a la gravedad del caso, aceptó asistir a la nonagenaria.
“Un nuevo mundo”
El galeno confía a ECOS que investigó para ver cómo podría salvar la herida del pie de esta mujer, y por ende su vida, ya que había riesgo de muerte.
“En el internet encontré un nuevo mundo para mí en lo referente a la curación de heridas. Revisé la nueva metodología en curaciones y en mí despertó la curiosidad por saber cómo se podía acelerar el proceso de la curación, para salvar las heridas y a los pacientes, y encontré nuevas técnicas. Fue un verdadero hallazgo”, detalla.
Con esas novedosas armas de la ciencia, el doctor Castro sometió a la mujer a un tratamiento de compensación en su casa. Contó con el apoyo de un equipo multidisciplinario de especialistas, que aplicaron aquellas técnicas utilizando nuevos apósitos. “A los tres días, la paciente ya estaba hablando y amenazándome con demandarme por el dolor que sufría en las heridas”, recuerda.
Pese a su edad y al pronóstico en su contra, la mujer ingresó al quirófano con el riesgo de que surjan complicaciones de base, pero Castro no tuvo miedo, la cirugía fue un éxito y el hijo de esta valiente señora pudo disfrutar de su madre cinco años más. “El deceso fue por causa de la patología orgánica que tenía, pero no por las heridas, que son algo totalmente tratable”, aclara el profesional.
Especialista en heridas
Por esos azares de la vida, desde entonces Castro se dedicó a curar heridas. Recuerda que aquella paciente llevó a otros enfermos, ellos a más y así sucesivamente…
Pero él no se quedó ahí, sino que continuó actualizándose. Se fue a Santiago de Chile y a México para especializarse en la curación de heridas. Y en 2013 retornó a Sucre, para aplicar la técnica de curación adquirida, demostrando que sí se pueden curar las heridas que tardan seis meses o más de 20 años en cerrarse, como el pie diabético, las úlceras venosas, las escaras por presión, las heridas traumáticas y las quemaduras.
Desde entonces, durante el transcurso de tres años curó exitosamente 505 úlceras venosas, 170 úlceras por presión, 40 lesiones de pie diabético, 107 quemaduras y 950 heridas crónicas, sumando un total de 1.772 curaciones.
“Todos mis pacientes no se me irán por una herida infectada ya que es curable, sino por las enfermedades que tienen de base”, sostiene el galeno, que se tituló en la Universidad San Francisco Xavier de Chuquisaca y realizó estudios de posgrado en Manejo Avanzado de Heridas y Ostomías en Santiago de Chile y tiene un diplomado en Diabetología del Centro Multidisciplinario de Diabetes de la Ciudad de México y la Facultad de Medicina de la Universidad La Salle.
El doctor Juan Pablo Castro ejerce la Medicina desde hace diez años.
Casi inexistente en Bolivia
Las heridas agudas complicadas y las heridas crónicas siempre acompañaron la práctica médica, pero su cuidado generalmente no es el adecuado, sino empírico.
“Los altos costos en los servicios de salud y la pobre calidad de vida de los pacientes que las sufren generaron que en las últimas décadas se desarrollen tecnologías para el cierre rápido, óptimo y costo efectivo de estas lesiones, desarrollándose apósitos o vendajes especializados”, comenta el doctor Juan Pablo Castro.
En otros países el desarrollo de la tecnología de heridas creció rápidamente, pero en Bolivia y en Sucre aún existe resistencia a su uso, a pesar de los buenos resultados. En criterio de Castro, es importante que los cirujanos conozcan esta tecnología y encaminen las heridas de manera holística (como un todo) y no como lesiones aisladas de pacientes crónicos. Además, que las nuevas generaciones de médicos se entrenen en el uso de los nuevos apósitos en sus años de residencia, así como pasa en otros países.
“En Bolivia el abordaje de una herida crónica con tratamiento avanzado está atrasado, su implementación en los sistemas de salud público y privado es casi inexistente. Los profesionales siguen aplicando los tratamiento de la antigua escuela y la implementación de nuevas terapias no son asumidas por falta de capacitación y actualización en el área”, reflexiona.
Las heridas crónicas no discriminan: se presentan en todos los estratos sociales y grupos etarios, afectando la calidad de vida y el entorno social de quienes las padecen. En muchos casos, ocasionando el abandono de estas personas en los centros hospitalarios, albergues y en sus propios hogares.
El apoyo familiar es vital
En estos casos el apoyo familiar es vital, enfatiza el doctor Juan Pablo Castro, quien afirma que no puede garantizar el tratamiento de la herida sin este componente. “He visto pacientes con heridas menos complicadas que fallecieron por no tener el apoyo que les infunda ánimo, que les ayude a movilizarse de una forma u otra”.
“La ignorancia de los pacientes o de su familia se debe a la falta de educación y formación; pero es algo que se puede solucionar enseñando a las dos partes a cuidar una herida. Con toda la tecnología que existe hoy, sí se pueden curar las heridas crónicas en poco tiempo. Esto mejora su calidad de vida y les devuelve la esperanza”, finaliza el galeno.
4 preguntas sobre el tratamiento
¿Qué es una herida?
Una herida es una lesión dolorosa que se produce en el cuerpo por múltiples razones, como una patología de base, aunque generalmente se debe a golpes o desgarros en la piel. Dependiendo de su gravedad, exige la asistencia enfermera o profesional.
Es la pérdida de continuidad en la piel (a esto técnicamente se le denomina “solución de continuidad”) secundaria a un traumatismo.
Con la agresión de este tejido existe riesgo de infección y posibilidad de lesiones en órganos o tejidos adyacentes: músculos, nervios y vasos sanguíneos.
Las heridas pueden ser graves en función de una o varias características, como la profundidad, la extensión, localización, suciedad evidente, cuerpos extraños o signos de infección.
¿Qué pasa con una herida crónica?
Las heridas crónicas llegan a destruir todo el tejido nervioso, quedando la herida indolora. Como los aquejados ya no sienten dolor, dejan la lesión a su suerte y esta empeora hasta que se torna irreversible debido a la falta de educación y formación.
¿Cuántos tipos de curaciones hay?
Existen dos tipos de curaciones:
1. La curación tradicional, para la que se usan materiales de baja absorción y alta capacidad de desecación, representados por gasa y algodón, en forma de compresas, apósitos o torundas.
2. La curación avanzada, para la que usan apósitos de alta tecnología que favorecen la cicatrización al estimular el microambiente de la herida. Se realizan con una periodicidad de cuatro a seis días, según el tipo de herida y apósito utilizado, sin dolor y costo-efectivos, favoreciendo el cierre rápido y óptimo de todo tipo de heridas.
¿La curación avanzada es más costosa?
Una curación avanzada tiene la ventaja de ser más económica respecto a la curación tradicional. Muchas veces los costos se reducen hasta en un 50 por ciento, tomando en cuenta los apósitos (cubierta de gasa, algodón u otro material esterilizado que se aplica sobre una herida para protegerla de infecciones, absorber las secreciones, controlar una hemorragia o facilitar su curación. Se pueden impregnar con pomadas o líquidos de efecto curativo) y el transporte de los pacientes, ya que muchas veces deben acudir al consultorio hasta dos veces al día.
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