Las temperaturas extremas causan estrés en el organismo, cuyo funcionamiento óptimo es entre los 36 y 37,5º C.
Cuando son más altas, el cuerpo se libera del calor principalmente a través del sudor, aunque la respiración y el incremento en el ritmo cardíaco también pueden expulsarlo.
Entre más caliente y más húmedo, más sudor se expele, y esto incrementa el riesgo de deshidratación.
En situaciones de calor extremo el organismo comienza a luchar para poder enfriarse, lo cual puede dar lugar a espasmos musculares, agotamiento y golpe de calor.
Éste es un trastorno que requiere atención médica de emergencia porque puede generar un daño permanente en órganos vitales e incluso la muerte.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) afirma que la temperatura óptima para el organismo es entre 18 y 24º C, cuando el cuerpo se mantiene a unos 36°C-37°C.
Cualquier nivel más elevado provoca que los riesgos para la salud se incrementen.
Si el cuerpo se calienta hasta los 39º C-40º C, el cerebro le dice a los músculos que trabajen menos y se comienza a sentir fatiga.
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