viernes, 24 de marzo de 2017

Un tratamiento es eficaz por primera vez para el síndrome de Down



Uno de los principales dogmas de la medicina, el que sostiene que el síndrome de Down no tiene tratamiento, empieza a derrumbarse. Investigadores españoles acaban de demostrar que un compuesto presente en el té verde, acompañado de un protocolo de estimulación cognitiva, es capaz de mejorar las capacidades intelectuales de personas con síndrome de Down. “Es la primera vez que un tratamiento demuestra eficacia en un ensayo fiable en términos científicos”, explica Mara Dierssen, neurocientífica del Centro de Regulación Genómica de Barcelona y colíder del estudio. No es, ni mucho menos, una cura, pero el ensayo clínico “abre nuevas vías a la terapia farmacológica en síndrome de Down”, según la investigadora.

Este síndrome es un trastorno genético en el cual una persona tiene 47 cromosomas, en lugar de los 46 habituales. Esa copia extra altera la formación del cuerpo y el cerebro. Los niños pueden tener un retraso en el desarrollo mental y signos físicos muy reconocibles, como la nariz achatada y un único pliegue en la palma de la mano. El equipo de Dierssen, con trabajos en ratones, identificó un gen, el DYRK1A, relacionado con la formación del cerebro y sobreactivado por el cromosoma extra. El gen producía un exceso de proteínas asociadas a las alteraciones cognitivas. El compuesto del té verde, la epigalocatequina galato, devuelve las proteínas a los niveles normales.

En el ensayo han participado 84 personas con síndrome de Down, de entre 16 y 34 años. Aproximadamente la mitad tomó el tratamiento durante un año, mientras la otra mitad recibía un placebo, una sustancia sin acción terapéutica, para poder comparar. Dierssen reconoce que “los cambios observados no son muy importantes”, pero son suficientes para que casi todos los padres adivinaran al final del ensayo si su hijo había tomado un tratamiento real o un placebo.

El extracto de té verde mejoró de manera moderada la memoria a corto plazo y su capacidad para organizarse en la vida diaria, al mismo tiempo que inhibía la impulsividad de los pacientes. Las imágenes del cerebro muestran cambios en la corteza que se correlacionan con estas mejorías. Los resultados se publican hoy en la revista médica The Lancet Neurology.

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