En Bolivia y en el mundo, cada 12 de mayo se celebra a las personas dedicadas a la enfermería, esto con el propósito de reconocer y honrar su dedicada labor de servicio. Le contamos la historia de una familia boliviana que se dedica con orgullo y satisfacción a la profesión.
Esta familia ama su profesión. Se han preparado para servir. Delicia Cardona, la primera dama de mandil blanco en esta casa, trabajó con tanto esmero y vocación que traspasó a sus hermanas, hijos y nieto la pasión y el amor por la enfermería. Emocionados, cuatro de ellos, coinciden que el amor por esta profesión los une y comparten sus múltiples desafíos que deben afrontar a diario.
Desde 1965, en todo el mundo se celebra el Día Internacional de la Enfermería. Esta fecha fue establecida en honor al nacimiento de Florence Nightingale, considerada pionera de la enfermería moderna. En el país, el día fue instituido en 1961 durante el gobierno de Victor Paz Estenssoro, en homenaje a la labor que desempeñan los profesionales en salud.
Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en Bolivia hasta el 2015 -el último dato público- existen 29.961 personas registradas como profesionales de la enfermería, un 90% son mujeres y un 10% varones. El 28% se encuentra en el departamento de La Paz y un 26,5% en Santa Cruz, entre ambas regiones alcanzan más del 50% de las personas que ejercen esta honorable profesión.
Delicia Cardona Pantoja: enfermera y pionera en su familia
Durante una etapa complicada en la salud de su madre, Delicia decide a sus 16 años, dedicarse a la enfermería. Tras formarse durante varios años en un instituto de Cochabamba, en 1977 arranca su carrera en el sector de Terapia intensiva del Hospital San Juan de Dios de Santa Cruz. Fue la primera integrante de su familia en dedicarse al área de la salud, le siguieron los pasos sus dos hermanas, Celinda y Yuli Cardona Pantoja, y luego sus hijos.
Actualmente ella es enfermera jubilada, pero continúa desempeñando su rol de guía para su hogar. En 1976, estuvo de servicio socorriendo a los heridos de uno de los accidentes aéreo más trágicos registrados en Santa Cruz cuando un avión se estrelló en la zona del estadio Ramón “Tahuichi” Aguilera, llevándose todo a su paso incluyendo la vida de al menos 150 personas. “Fue un desafío para las enfermeras que estábamos de turno durante esa jornada, atendimos a 30 pacientes heridos con quemaduras y fracturas. Gracias a Dios todos sobrevivieron en nuestro servicio”.
¿Por qué cree que su familia le ha seguido los pasos? Ella, contenta, asegura que le gustaba mucho su trabajo, lo disfrutaba y ese entusiasmo contagió a su familia. “Siempre les he recomendado a todos que, si alguno de ellos se dedica al área de la salud, tienen que ser buenos profesionales, tratar con cariño y amor a los pacientes (…) nosotros somos guardianes de ellos, en su época crítica”.
Hijos, con convicción por la enfermería
Vanessa López Cardona (40) es actualmente enfermera de la Caja Petrolera con 20 años de servicio. Comenta que su etapa escolar fue en un colegio religioso que le inculcó valores como el amor al prójimo y la solidaridad. Motivada por la labor que tenía su madre, Delicia, es que decidió dedicarse a esta profesión que la describe como el pilar fundamental en la salud. “Las enfermeras somos las que estamos 24/7 con el paciente, estamos al tanto de cada uno, estudiamos las historias médicas, estamos 100% concentradas porque está en juego la vida de las personas y no debe haber ni un fallo”.
Es mamá de una niña de 5 años y un niño de 9, asegura que este último es su enfermero personal. “Pese a su corta edad, es muy seguro, él sabe poner termómetro y leer la temperatura. Cuando me enfermo, no quiero estar en el hospital, así que descanso en casa y mi niño me cuida desde su inocencia. Mi deseo es que estudie lo que le guste, pero estoy segura de que será un buen profesional de la salud”.
Destaca la importancia de actualizarse constantemente para poder ofrecer un servicio de calidad y eficiente. Por último, comenta que la enfermería es un trabajo sacrificado, pero hermoso y apasionante.
Cornelio López Cardona (44) motivado por su heroína, como llama a su madre, decidió estudiar enfermería. En la actualidad trabaja en la Caja Nacional de Salud, es docente en un instituto de Santa Cruz y tiene 22 años de servicio. “Desde los 12 años, mi madre me dio algunas instrucciones básicas de la enfermería. Por ejemplo, inyectar, tomar la presión, la temperatura. De ahí me reclutaron para las brigadas de vacunación, época en que decidí que me dedicaría a esta noble labor”.
Describe que lo más gratificante de ser enfermero es ver a sus pacientes que se van a casa sanos y salvos, después de haber tenido serias complicaciones de salud. Y lo más impresionante y doloroso para él, es ver a una persona joven fallecer a causa de un accidente o algún descuido.
¿Cómo es compartir el rol con la familia? Para Cornelio, su familia representa la mano extra que necesita para motivarse y adquirir aprendizajes. “¡Es una maravilla!, entre nosotros nos entendemos y a veces no necesitamos ni palabras, estamos siempre colaborándonos y dándonos ánimo. Con mi esposa, Zulbe Aguilar, compartimos también la profesión y junto a mi pequeña hija, son el motor para ser un mejor profesional”.
Nieto, sigue los pasos familiares
Carlos Gerardo López Cabrera (26) lleva un año ejerciendo la enfermería y actualmente trabaja en una clínica de Santa Cruz. Su interés por el cuerpo humano y su funcionamiento, así como su tiempo en hospitales durante su infancia, lo motivaron a estudiar la profesión. Agradece la guía de su familia en su recorrido de preparación. “Muchas cosas que se aprenden en la vida laboral no te enseñan en la universidad, tener una familia con vocación por la enfermería me ha dado distintas perspectivas de la carrera y me ha ayudado a mejorar gracias a sus experiencias personales”.
Él asegura que su mayor desafío ha sido tratar con pacientes que sintieron pudor al ser atendidos por un varón, pero ha aprendido a sobrellevarlo con empatía, paciencia y respeto. “Pedimos también a la población respeto hacia los enfermeros, sabemos lo complicado que es pasar por una enfermedad, pero no pueden desquitarse con las personas que los atienden, ni con ninguna persona que los rodea”.
Asegura que, si pudiera volver a elegir la profesión, lo haría sin dudar, porque le produce mucha satisfacción ayudar en la recuperación de la salud de las personas.
Desde Droguería INTI, Marco Torrico, Gerente de la Unidad Hospitalaria, expresa sus mejores deseos para todos los y las profesionales de la enfermería y asegura que la empresa líder del sector farmacéutico en Bolivia seguirá desarrollando diferentes iniciativas para que puedan actualizar sus conocimientos, compartir y desarrollar su vocación altamente importante en el mejoramiento de la salud en Bolivia.