Por primera vez científicos han logrado demostrar cómo una región del cerebro, llamada amígdala, es fundamental para provocar el miedo en el ser humano.
Los investigadores de la Universidad de Iowa, Estados Unidos, describen el caso de una mujer cuya amígdala -una estructura parecida a una almendra en el cerebro- quedó destruida como consecuencia de una enfermedad.
Los científicos observaron cómo la paciente -sólo identificada como SM- era incapaz de responder a estímulos de miedo ante víboras, arañas, películas de terror e incluso situaciones en las que su vida había estado en peligro.
Esto confirma, dicen los expertos en la publicación Current Biology, que la amígdala es esencial para provocar un estado de temor en el ser humano.
El avance, agregan, podría conducir a mejores tratamientos para el trastorno de estrés postraumático (TEPT) y otros trastornos de ansiedad.
Proceso de emociones
Desde hace unos 50 años los estudios han demostrado que la amígdala -ubicada en la profundidad del lóbulo temporal- es la encargada del procesamiento de las reacciones emocionales, incluido el miedo. Pero hasta ahora esos estudios sólo habían sido llevados a cabo con animales, desde ratas hasta monos.
Ahora, por primera vez, se logró confirmar en un ser humano. “La naturaleza del miedo está basada en la supervivencia y la amígdala nos ayuda a mantenernos vivos al evitar situaciones, personas u objetos que puedan poner nuestra vida en peligro”, explica el doctor Justin Feinstein, quien dirigió el estudio.
Debido a que SM no tiene la amígdala, también carece de la capacidad para detectar y evitar el peligro en el mundo. “Es realmente extraordinario que todavía esté viva”, agrega el científico.
Los investigadores llevaron a cabo estudios durante varios años con la paciente. Confirmaron que era incapaz de reconocer el temor en expresiones faciales, pero hasta antes de este trabajo no se sabía si era capaz de experimentar por sí misma esta emoción. Para comprobarlo, el doctor Feinstein y su equipo observaron y registraron las respuestas de la mujer al exponerla a víboras y arañas.
En todos los escenarios la paciente no logró experimentar temor. “Y al hablar de sus experiencias pasadas, describió cómo había enfrentado numerosos eventos traumáticos que habían amenazado su misma existencia y, sin embargo, no le habían provocado miedo. Esto sugiere que el cerebro está organizado de tal forma que una región específica -la amígdala- se especializa en el procesamiento de una emoción específica: el miedo”.
Los científicos creen que este hallazgo podría conducir a nuevos tratamientos o mecanismos que logren “apagar” la amígdala de forma segura y no invasiva para pacientes que sufren trastornos como el de estrés postraumático.
Los investigadores de la Universidad de Iowa, Estados Unidos, describen el caso de una mujer cuya amígdala -una estructura parecida a una almendra en el cerebro- quedó destruida como consecuencia de una enfermedad.
Los científicos observaron cómo la paciente -sólo identificada como SM- era incapaz de responder a estímulos de miedo ante víboras, arañas, películas de terror e incluso situaciones en las que su vida había estado en peligro.
Esto confirma, dicen los expertos en la publicación Current Biology, que la amígdala es esencial para provocar un estado de temor en el ser humano.
El avance, agregan, podría conducir a mejores tratamientos para el trastorno de estrés postraumático (TEPT) y otros trastornos de ansiedad.
Proceso de emociones
Desde hace unos 50 años los estudios han demostrado que la amígdala -ubicada en la profundidad del lóbulo temporal- es la encargada del procesamiento de las reacciones emocionales, incluido el miedo. Pero hasta ahora esos estudios sólo habían sido llevados a cabo con animales, desde ratas hasta monos.
Ahora, por primera vez, se logró confirmar en un ser humano. “La naturaleza del miedo está basada en la supervivencia y la amígdala nos ayuda a mantenernos vivos al evitar situaciones, personas u objetos que puedan poner nuestra vida en peligro”, explica el doctor Justin Feinstein, quien dirigió el estudio.
Debido a que SM no tiene la amígdala, también carece de la capacidad para detectar y evitar el peligro en el mundo. “Es realmente extraordinario que todavía esté viva”, agrega el científico.
Los investigadores llevaron a cabo estudios durante varios años con la paciente. Confirmaron que era incapaz de reconocer el temor en expresiones faciales, pero hasta antes de este trabajo no se sabía si era capaz de experimentar por sí misma esta emoción. Para comprobarlo, el doctor Feinstein y su equipo observaron y registraron las respuestas de la mujer al exponerla a víboras y arañas.
En todos los escenarios la paciente no logró experimentar temor. “Y al hablar de sus experiencias pasadas, describió cómo había enfrentado numerosos eventos traumáticos que habían amenazado su misma existencia y, sin embargo, no le habían provocado miedo. Esto sugiere que el cerebro está organizado de tal forma que una región específica -la amígdala- se especializa en el procesamiento de una emoción específica: el miedo”.
Los científicos creen que este hallazgo podría conducir a nuevos tratamientos o mecanismos que logren “apagar” la amígdala de forma segura y no invasiva para pacientes que sufren trastornos como el de estrés postraumático.
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