La aniridia afecta a una persona de cada noventa mil nacidos y se transmite de forma autosómica dominante al cincuenta por ciento de la descendencia .
Los niños o niñas afectados de aniridia deberían encontrarse diagnosticados tras su nacimiento. Los síntomas evidentes serían falta del iris total o parcial, pupilas dilatadas constantemente, ojos cerrados ante focos de luz o gran luminosidad en el ambiente, aproximación exagerada a objetos que desean ver o textos para leer. Es necesario evaluar sus restos visuales para aprovecharlos y estimularlos a lo largo del proceso de enseñanza aprendizaje.
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