“Actualmente, en todos los hospitales públicos se utiliza la técnica del llamado ganglio centinela, que consiste en que se inyecta un marcador al tumor y se mira hasta dónde llega”, explica Antonio Llombart, de la Sociedad Española de Senología y Patología Mamaria. Si el ganglio da positivo, se extirpa; si no, se deja.
“Ahora se va más allá”, añade Alba. “Lo que se ha hecho en el estudio es extirpar los ganglios sólo en la mitad de los casos que han dado positivo, y en los otros, salvo excepciones, se han dejado, y se ha visto que los resultados para la mujer a medio plazo son iguales”. Por eso cree que “si ya ahora se tendía a cirugías más conservadoras (que no tocan los ganglios), eso se va a generalizar”.
Llombart coincide. “En algunos centros, en más del 50 por ciento de los casos se conservaba la axila”, afirma. Este experto apunta a una situación clara en la que habrá que optar por un tratamiento menos agresivo: cuando el ganglio da “débilmente positivo”. La idea va en línea con la reducción de las mastectomías.
Este estudio tiene unas “evidentes implicaciones para las pacientes”, ya que gran parte de las complicaciones de las operaciones de cáncer de mama son más por el proceso del vaciamiento axilar (es donde están los ganglios) que por la extirpación del tumor en sí, apunta Mónica Morrow, del Sloan-Kettering Cancer de Nueva York, que es la autora del estudio.
Alba coincide: “Para las mujeres será un alivio, ahora que muchas veces la operación se hace de forma ambulatoria (en un día la paciente está en casa)”.
En Bolivia el cáncer de mama es la principal causa de muerte derivada de esta enfermedad y según estudios locales se conoce que 7 de cada 10 mujeres son propensas o tienen esta enfermedad.
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