La persona afectada produce un exceso de proteínas sanguíneas, denominadas anticuerpos, y éstas directa o indirectamente, pueden ocasionar problemas en cualquier órgano del cuerpo. Éstas proteínas pueden por ejemplo terminar en la piel, causando una variedad de sarpullidos, pegarse a las paredes de los vasos sanguíneos, o depositarse en el riñón, el cerebro, los pulmones y las articulaciones.
El cansancio fácil, la pérdida de peso inexplicable y la fiebre prolongada, que no se debe a ningún proceso infeccioso son los síntomas generales más frecuentes.
El gran número de personas que padecen el Lupus son mujeres jóvenes, especialmente adolescentes.
La mayoría de los clínicos de todo el mundo consideran que las mujeres enfermas
de Lupus exceden en número a los hombres en 9 sobre 1. No presentan características que los identifiquen. Su aspecto físico es normal.
La mayoría de estos niños y niñas realizan una vida prácticamente normal durante mucho tiempo o incluso de forma permanente. No suelen requerir de ninguna intervención especial en la escuela y llevan a cabo una vida normal de
relación con los demás. La enfermedad puede, no obstante, atravesar épocas con síntomas de inflamación en alguna parte del organismo y, en esas circunstancias, puede ser necesario una intervención específica en la escuela.
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