Ningún familiar o amigo puede recomendarnos medicamentos, aunque a ellos les haya ido muy bien, porque puede que con nosotros no sólo no sean efectivos, sino que nos produzcan algún perjuicio.
Tampoco conviene dejarse llevar por la publicidad. La presencia en medios de promesas de curas rápidas contra todo tipo de males, soluciones milagrosas en muchos casos, es un peligroso reclamo.
CUIDARSE UNO MISMO. Además, sobra decir que hay que tener el mismo cuidado con nosotros mismos que nuestro entorno.
Jamás recomendaremos un medicamento que nos recetó el médico, porque en ese caso, el consejo correcto es que vaya al médico como hicimos nosotros.
Nunca daremos fármacos sin conocimiento a nuestros familiares, especialmente a niños y embarazadas
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