“Tienen un efecto similar al del trabajo duro y el café. El mismo efecto que también produce el ejercicio físico. Todos son, en cierta medida, potenciadores cognitivos”, dijo Harris, quien advirtió que todavía no está claro qué tan seguros son estos estimulantes.
Las implicaciones de su consumo a largo plazo aún no han sido estudiadas a fondo, principalmente por las dificultades de identificar a quienes las usan como “neuroestimulantes”.
La gente que las compra con este propósito sólo puede obtenerlas a través de internet, por lo que es difícil hasta determinar el número de usuarios.
“Y uno nunca puede estar 100% seguro de lo que está comprando, de los ingredientes y de las reacciones adversas que pueden generar cuando se las consume junto a otros medicamentos”, advirtió un portavoz de la organización británica DrugScope.
Tampoco se sabe qué tan adictivas pueden ser. Los expertos creen que el modafinilo no causa adicción, pero DrugScope teme que el uso regular de la droga pueda generar cierta dependencia.
La organización recomienda a los usuarios de cualquier “droga inteligente” discutir su consumo con sus médicos de cabecera.
A la profesora Bárbara Sahakian, por su parte, le gustaría que existiera una política formal para este tipo de drogas. “Las autoridades deberían considerar los posibles efectos negativos de los estimulantes cognitivos y tomar medidas. Y las universidades necesitan desarrollar políticas sobre su uso”, sostuvo.
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