Según explicó Lisa Gilotty, directora del Programa de Autismo, este trabajo es el primero en demostrar que una herramienta simple de control preventivo podría ser usada para detectar el autismo en los bebés.
“El beneficio de este estudio es que los niños entran en tratamiento mucho antes de lo que lo harían de otra manera”, dijo por su parte Karen Pierce, una de las autoras del estudio.
“La oportunidad de diagnosticar y, por lo tanto, comenzar el tratamiento del autismo alrededor del primer año del niño tiene un enorme potencial para cambiar los resultados en los afectados”, dijo la especialista.
Para realizar este estudio, el equipo de Pierce se puso en contacto con 137 pediatras que comenzaron a controlar si los niños al cumplir el primer año mantenían el contacto visual con sus padres, si atendían a los sonidos, palabras, gestos, reconocían objetos y desarrollaban otras formas de comunicación apropiadas a la edad.
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