El equipo utilizó en esas pruebas un catéter cardíaco clásico para enviar impulsos eléctricos un 80 % menores que los desfibriladores actuales, ante los que los animales, según el CNRS, respondieron casi inmediatamente y retomaron el ritmo normal.
LEAP evita utilizar grandes descargas eléctricas para evitar daños a los tejidos y dolores a los pacientes y además permite alargar la vida útil de las baterías.
Según el CNRS, la próxima etapa será probar la nueva técnica en seres humanos, ya que alrededor de 10 millones de personas en Europa y EE.UU. sufren fibrilación auricular, que puede incrementar las posibilidades de desarrollar una apoplejía o un fallo cardíaco.
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