Ésta es una práctica muy común en Bolivia y el mundo que está definida como la utilización de medicamentos por iniciativa propia, sin ninguna intervención de los galenos, ni en el diagnóstico de la enfermedad ni en la prescripción ni en la supervisión del tratamiento. Lo que, a la par, es una bomba de tiempo para su salud.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), más del 50% de los medicamentos en el orbe se recetan o se venden de manera inadecuada. Aparte, alrededor de un tercio de la población del planeta carece de acceso a los remedios esenciales y aproximadamente 50% de los pacientes los utiliza de forma incorrecta.
En el país, según la Asociación Nacional de Profesionales Farmacéuticos (Anprofar), la automedicación es un fenómeno recurrente. Los datos de la Asociación de Profesionales Farmacéuticos (Asprofar) de La Paz develan que las farmacias de las zonas Central y Sur registran a diario un 40% de clientes que pide una medicina de venta libre. “Creen saberlo todo porque consultaron con la internet e identificaron en una enfermedad alguno de sus síntomas”, señala Clara Ortega, presidenta de la entidad. Mientras que otro 30% intenta comprar medicamentos que requieren de recetas. O sea, estos datos llevan a establecer que, al menos, un 70% se automedica.
En la ciudad de El Alto y zonas periféricas paceñas se presenta otro peligro: hay gente que solicita medicamentos diferentes para frenar las molestias producidas por una sola afección, lo que puede provocar hasta la muerte. “Recuerdo que el bebé de una señora estaba muy enfermo, ella vino a la farmacia y compró dos Desenfriolitos; yo no sabía que hizo lo mismo en otra farmacia (que le entregó otro tipo de medicamento). Su hijo murió por un paro cardiaco, por intoxicación”, recuerda Ortega. La toxicidad es un fantasma que ronda en estos casos que se presentan por falta de información o por simple imprudencia.
Asimismo, la automedicación puede llevar a que los remedios que antes curaban el mal de una persona o, por lo menos, lo atenuaban, dejen de ser infalibles porque se utilizan en situaciones que no los requieren. “Lo más grave es cuando el paciente crea dependencia o adicción y enmascara los procesos clínicos graves y, por lo tanto, retrasa el diagnóstico y el tratamiento de enfermedades bastante peligrosas”, advierte la especialista.
Si a esto se suma que la mayoría de las boticas no es atendida por un profesional farmacéutico, la situación se torna más preocupante porque los clientes pierden un filtro que les haga recapacitar en el tema o que controle las medicinas que pueden ser entregadas sin prescripción de por medio. Eliana Tellería, del Servicio Departamental de Salud, denuncia que en los operativos se encuentra hasta con porteros que cumplen como farmacéuticos.
Racionalización. Más aún, si una persona no puede comprar lo que busca en una farmacia, o se le niega el acceso a un medicamento por diferentes motivos, tiene a su alcance remedios en el mercado informal, como en La Tablada de la urbe paceña o en la feria 16 de Julio de la ciudad de El Alto, donde impera la presencia de productos “piratas”, adulterados o vencidos, ya que buena parte de ellos se introducen a suelo boliviano a través del contrabando.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) indica que la función de los profesionales y/o trabajadores en salud, entre ellos los farmacéuticos, debería ser la de “racionalizar el consumo de medicamentos” en la población. Pero en la práctica ocurre lo contrario, debido a la presión de las empresas farmacéuticas. Fenómeno que, a criterio de Ortega, también es influido por medios de comunicación que publicitan productos sin cumplir con los “criterios éticos para su promoción” y sin aval de la Secretaría Nacional de Salud.
Nelly Marín, asesora de la OPS y la OMS, opina que los problemas en salud no se resolverán de raíz mientras en Bolivia y otras naciones de Sudamérica se crea que la solución es la provisión de más medicamentos, cuando el meollo del asunto está en frenar las precarias condiciones de vida de los pobladores, su escaso acceso a la información, el agua potable, el saneamiento básico, la nutrición y la educación.
El sistema de salud se mide por el acceso de la gente a las medicinas
Casi dos billones de personas carecen de acceso a medicamentos genéricos, según un informe de Acción Internacional para la Salud (AIS).
“Esta privación causa un sufrimiento inmenso y evitable: mala salud, dolor, miedo, pérdida de la dignidad y de la vida”.
La entidad que tiene dependencias en Bolivia, añade que el cuidado, el control y el tratamiento médico en caso de enfermedades, además de la prevención, son características centrales del “derecho de la salud” y dependen, sobre todo, del acceso a los remedios, cuya disposición mide la eficacia y la equidad en un sistema de salud; y lo contrario, es decir fallas en el suministro, pueden paralizarlo.Plan. La Organización Mundial de la Salud y la Organización Panamericana de la Salud proponen una estrategia farmacéutica para asegurar la calidad, la seguridad y el acceso a las medicinas genéricas, también llamadas esenciales y que conllevan un menor costo que las de marca. Una de sus asesoras, la colombiana Nelly Marín, explica que al clasificar un medicamento como genérico, para que sea aprovechado por la población, se debe asegurar su disponibilidad en todo momento y en cantidades suficientes.
En Bolivia, según informa Marco Antonio Colque, jefe de la Unidad de Gestión de Calidad y Servicios Hospitalarios del Servicio Departamental de Salud (Sedes) de La Paz, se saca un promedio del uso de los remedios genéricos para proveerlos a farmacias públicas. “Tenemos que pedir el fármaco calculando la necesidad del centro de salud. Si necesitamos 15 o 17 unidades de un producto, redondeamos el pedido a 20 y lo que nos sobra, lamentablemente no lo utilizamos y a veces se echa a perder”.
Los medicamentos se solicitan de acuerdo con la Lista Nacional de Medicamentos Esenciales. En el área rural, explica Eliana Tellería, del Sedes, opera un “fondo rotatorio” con el que cada municipio se abastece de estos fármacos. “Se maneja entre 1.000 y 2.500 dólares, dependiendo de la cantidad de gente”, precisa.
‘Cuando una persona quiere mejorar, tiene que tomar lo que el médico le ha recetado’ Raúl Apaza
‘A veces, cuando voy a la farmacia, me dan dos opciones, yo compro lo barato o lo que me dice el doctor’ Lupe Guevara
‘Si el médico receta, sabe por qué lo hace. Yo no confío en las opciones que me dan en la farmacia’ Lothar kerscher
‘Generalmente, consumo remedios genéricos porque son más baratos, no voy al médico porque se gasta mucho’ Verónica Bernal
‘Me duele siempre mi rodilla y mi médico me dio unas pastillas, ahora las compro sin necesidad de receta’ Paola Muñoz
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