El solo hecho de saber que tienes cáncer puede quitarte el apetito o, por el contrario, hacer que no puedas parar de comer. Posiblemente, desde que has recibido tu diagnóstico tus prioridades han cambiado y tu forma de ver el mundo ya no es la misma. Por ejemplo, para la mayoría de las personas, una comida saludable incluye comer muchas frutas y verduras con cereales y pan integral, limitando la cantidad de carne, así como la cantidad de grasa, azúcar, alcohol y sal. Pero si tienes cáncer, es posible que necesites añadir más proteínas y más calorías a tu dieta. Sería ideal que consultaras con un nutricionista, que te ayude a formular una dieta específica que se adapte a tus necesidades, a los medicamentos que estás tomando. Además, si tienes problemas para masticar y/o tragar, posiblemente debas agregar sopas, malteadas y alimentos con proteínas hechos tipo puré.
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