El estudio, liderado por el doctor Daniel Kuritzkes del Hospital de Mujeres de Brigham en Boston (Massachusetts), analizó la evolución de dos pacientes infectados de VIH que se sometieron a un trasplante de médula ósea tras detectarles un cáncer. Los dos hombres, infectados durante años, se habían sometido a la terapia antirretroviral que suprimió por completo la reproducción del VIH, aunque tenían el virus latente antes del trasplante, según el estudio.
Ambos recibieron una forma más leve de la quimioterapia antes del trasplante, lo que les permitió permanecer en sus medicamentos para el VIH durante todo el proceso del trasplante.
Según el estudio, los médicos detectaron el VIH inmediatamente después de trasplante pero, con el tiempo, las células trasplantadas del donante sustituyeron a los propios linfocitos de los pacientes, y la cantidad de VIH en el ADN de sus cédulas disminuyó hasta el punto que se hizo indetectable.
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