Según Marco Antonio Narváez, director de la Clínica del Dolor, donde se realiza este novedoso procedimiento, actualmente hay dos tipos de tratamiento para mitigar los padecimientos de quienes sufren diferentes enfermedades: el farmacológico y la cirugía del dolor, a los cuales se incorporan las medidas complementarias que sean necesarias, como psiquiatría, fisioterapia u otras.
El primero es el más convencional y se basa en el suministro de medicamentos a través de diferentes vías, como oral, rectal, parenteral y otras; el segundo también administra fármacos, pero mediante un dispositivo que se introduce al cuerpo con una intervención quirúrgica.
“Se hace una cirugía mínima para introducir un catéter y el dispositivo intratecal en la médula espinal, a través del líquido cefalorraquídeo. A la vez, se introduce un reservorio debajo de las costillas, en el abdomen, y a éste se le inyecta una dosis diaria de un anestésico local, no más de 20 gotas”, explicó Narváez, quien también es presidente de la Sociedad Boliviana del Dolor.
Explicó que este procedimiento anula cualquier malestar en el paciente.
La Clínica del Dolor, ubicada en la calle 21 de Calacoto, es único en su género en el país. En ella trabaja un equipo de galenos que aborda el dolor desde diferentes especialidades: oncología, cirugía, fisioterapia, anestesiología, psicología y otras.
Román Cordero acudió a este sanatorio. “No caminaba, pero desde que me hago tratar aquí (Clínica del Dolor) mejoré bastante; ahora ya camino y me movilizo con normalidad”, afirmó el anciano, que solía vivir postrado en una cama debido a una artrosis lumbar.
La medicina del dolor es una especialidad médica nueva dedicada a estudiar y tratar el dolor en todas sus formas, a fin de evitar el sufrimiento físico y psíquico de los enfermos.
Está particularmente orientada a pacientes con afecciones terminales, como un cáncer avanzado, o crónicas, como la insuficiencia renal. Sin embargo, trata todo tipo de males que provoquen dolor de difícil control.
Según Narváez, el dolor que no es controlado y que no es tratado adecuadamente puede causar complicaciones en el organismo del enfermo, como presión alta, daño orgánico en el hígado, ansiedad y depresión.
En el exterior del país, las cirugías similares que se practican para introducir el catéter y el dispositivo en el organismo cuestan, según Narváez, entre 20.000 y 25.000 dólares; en la Clínica del Dolor, ubicada en la calle 21 de Calacoto, van de 800 a 1.400 dólares.
“La mayoría de las personas que padece de dolores crónicos viaja al exterior a hacerse tratar sus dolencias. Es que no están informadas de que en Bolivia ya contamos con este tratamiento”, afirmó Karín Glasinovich, especialista en cuidados paliativos.
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