Dentro las causas que provocan este daño a la mucosa están: El consumo excesivo de antiinflamatorios, (diclofenaco), el estrés y hoy en día, se considera a un agente infeccioso bacteriano, denominado Helicobacter pylori, la causa principal en el origen de la enfermedad ulcerosa péptica y como mencionamos en la anterior publicación, a esta bacteria le gusta vivir en un medio acido como el que el estómago le ofrece.
Tan sólo un 10-20 % de las personas infectadas por este microorganismo desarrollarán a lo largo de su vida una úlcera péptica en el estómago y/o duodeno.
Las manifestaciones sintomáticas más frecuentes son la sensación de malestar en la zona central y superior del abdomen, en forma de "hambre dolorosa" o acidez de estómago, que calma con la toma de los alimentos y que vuelve a aparecer unas horas después. Otros síntomas menos frecuentes son las náuseas y los vómitos.
Las complicaciones principales de esta enfermedad son la hemorragia digestiva (producida cuando la úlcera es profunda y erosiona un vaso sanguíneo provocando una pérdida de sangre hacia el tubo digestivo), la perforación (cuando la lesión es tan profunda que rompe la pared intestinal) y la estenosis (cicatriz que se produce en úlceras antiguas y que puede provocar una estrechez del intestino que dificulta el paso del alimento).
El diagnóstico de la lesión ulcerosa en el estómago o duodeno se sospecha mediante los síntomas que refiere el paciente y se confirma con una endoscopía digestiva con biopsia.
El tratamiento y la prevención se basan en evitar las causas que provocan esta enfermedad, como llevar una vida tranquila sin estresarse, no consumir indiscriminadamente antiinflamatorios, y optar por una dieta saludable e higiene adecuada para así evitar la infección por el Helicobacter pylori.
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