Es que uno a veces cree que la fuerza vital que lo sostiene es infinita, y le da y le da, hasta reventar. Y lo peor es que no sólo uno se revienta el cuerpo físico, sino que también la mente.
Y justamente el andar irritable y con las emociones a flor de piel o hipersensible, es una de las primeras características del estrés junto con la necesidad de un recreo.
"Aparece también un sentimiento de culpabilidad por no estar al propio ritmo, pero también rabia con el sistema o tu trabajo, frustración, victimización de no poder hacer lo que quiero y tener que someterme a los ritmos impuestos por la sociedad", explica Carolina Paz Vignola, profesora de yoga formada en Barcelona.
Pero, ¿por qué llegamos al límite de nosotros mismos? Para ella, el origen está en la manera en que se vive actualmente, donde las personas se han desconectado de sus ritmos naturales, de los momentos de contemplación, de ocio, de disfrute.
"Si hago lo que me encanta, respetando mis ritmos naturales es difícil cansarme, pero si no vivo relajado, no como sano ni nutritivo, duermo menos horas que las que me corresponden y trabajo más horas de lo que mi cuerpo considera natural, terminas colapsado", advierte la terapeuta.
También nombra como causante de este estrés generalizado, a la "no aceptación de las circunstancias y contexto en que se vive". Esto sucedería cuando uno se sale del estado de ser humano y se vuelve un autómata.
Sin embargo, la causa más predominante para el doctor Lister Rossel, psiquiatra de Clínica Las Condes es el mal vivir en la vida cotidiana o rutinaria, donde la irritabilidad y la rabia son las protagonistas.
Por esto, el especialista llama a cuidar la higiene del estrés todos los días y sólo ante emergencias. "Atender al cuerpo, la alimentación, descanso, ejercicio, la risa con los amigos y conversar los problemas son necesidades que debemos atender en forma proactiva y cotidiana", asegura.
Y, ¿qué hacer en el break? Carolina Paz Vignola recomienda salir a la naturaleza o dónde sea que uno se pueda dar un cariño. Aunque también menciona como alternativa darse un masaje, Reiki, y otros.
El doctor Rossel llama a que en ese descanso se limite a hacer el mínimo de cosas. "Si el cuerpo pide una pausa hay que dársela y lo más importante es acostarse temprano, levantarse tarde y hacer una deprivación de estímulos, todo lo que sea improductivo, ocio y poco exigente", aconseja.
Los cinco síntomas a los que hay que poner atención
Para reconocer este estado poco amable y hacer algo significativo en nuestra vida que gire en 180º el estilo que estamos viviendo, es importante reconocer estas cinco señales:
1.- Emociones desbordadas: el cansancio, la desmotivación, rabia, irritabilidad, el llanto y sentimiento de no poder, pueden ser invitaciones para la reflexión, la recuperación y el retomar un espacio interior para la autorregulación.
2.- Problemas en el ciclo del sueño: aunque las causas son variadas es la señal más clara que hay una contracción que desenrollar.
3.- Andar de mal genio gritándole a los hijos: "A veces uno se olvida de que ser padres es un espacio maravilloso para ejercitar la mejor versión de nosotros mismos, y que vale la pena la búsqueda de la armonía, disponer de muchas sonrisas para nosotros mismos, nuestros hijos y el mundo", reflexiona la terapeuta.
4.- Creatividad igual a cero: la música, la danza, la poesía, las artes, el contacto con la naturaleza están vinculados a la expresión de nuestro interior.
5.- Cuerpo pesado: estar "en la máquina". El doctor Lister Rossel, describe el síntoma: "Caes rendido, como saco de papas a la cama, pero tipo cinco o seis de la mañana te despiertas y de súbito te conectas con los problemas que tienes o las cosas que quedaron pendiente, te desvelas. El organismo está en estado de alerta preparado para la guerra pero está cansado", sostiene el psiquiatra Lister Rossel.
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