En una señal de la urgencia y el peligro que comporta el fenómeno, cinco de los 60 coautores de todo el mundo que ayudaron a recolectar y analizar muestras del virus fallecieron a causa del ébola, señala el informe publicado en la revista estadounidense Science.
Más de 1.552 personas murieron y otras 3.000 están infectadas en Guinea, Sierra Leona, Liberia y Nigeria, según el último balance de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Tal como había comentado la semana pasada un periodista a la AFP tras una investigación de varios días en Sierra Leona, esta nueva investigación muestra que la epidemia sin precedentes que sufre desde el comienzo del año se originó muy probablemente durante el entierro de una curandera tradicional en Sokima, una aldea apartada cerca de la frontera con Guinea.
La mujer alegaba que podía curar la fiebre hemorrágica y había atraído a varios enfermos de la vecina Guinea. Ella misma resultó infectada por el virus y murió por su causa. Los participantes en los funerales se dispersaron por las colinas de la región fronteriza, desencadenando una reacción en cadena de muertes y de enterramientos públicos que propiciaron nuevas contaminaciones.
Los resultados de la investigación publicados en Science muestran que unos 12 de los primeros pacientes de Sierra Leona habían asistido a las exequias de la curandera.
Además de permitir rastrear los orígenes de la actual epidemia, estos trabajos científicos también podrían servir para encontrar tratamientos contra el virus, cuya aparición se remonta a 1976, estiman los investigadores.
“Estos trabajos suministran el punto de partida para comprender cómo mutaciones virales específicas podrían estar vinculadas a la gravedad de esta última epidemia”, escriben.
Comparando los datos genéticos de los virus actuales de ébola provenientes de 78 pacientes en un hospital de Sierra Leona, con 20 genomas de cepas virales de epidemias precedentes de esta fiebre hemorrágica, determinaron que probablemente existía un ancestro común que se remonta a los primeros casos de infección en 1976 en África central.
Mientras que las epidemias precedentes, que fueron muy limitadas, resultaron de múltiples contactos con reservorios virales en la naturaleza, entre ellos particularmente en los murciélagos frugívoros, la epidemia actual comenzó probablemente por una sola contaminación, seguida de múltiples contagios entre humanos, explican estos virólogos.
“Hemos descubierto más de 300 mutaciones genéticas que podrían distinguir esta epidemia de las precedentes”, afirma Stephen Gire, un científico de la Universidad de Harvard, coautor del estudio.
“Al compartir los resultados de estos trabajos con la comunidad científica, esperamos acelerar nuestra comprensión de esta epidemia y contribuir a los esfuerzos mundiales para controlarla”, agregó.
Sin precedentes
Por su extensión, la actual epidemia no tiene precedentes. Pero tampoco los tiene por el hecho de que se manifiesta en múltiples zonas pobladas. Las precedentes estaban localizadas en regiones aisladas y menos pobladas de África central. La mayor epidemia en 1976 afectó a 318 personas, la mayoría de las cuales falleció.
De viaje en Liberia, el director de los Centros de Control de Enfermedades de Estados Unidos, Tom Frieden, aseguró que “la situación es peor de lo que se temía”.
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