Las formas del mundo físico se perciben a través de los ojos. Sin embargo, los tonos de la realidad se pueden ver alterados por el daltonismo, un defecto en la percepción de los colores.
Este problema aparece en el nacimiento, momento en el que las células de la retina llamadas conos dejan de percibir las longitudes de ondas dentro del eje rojo y verde, lo que provoca la confusión entre estos colores.
Una "característica y no una patología, que no tiene solución durante toda la vida”, afirma el doctor Mariano Royo, jefe del servicio de oftalmológica del hospital San Rafael de Madrid y director del Instituto Oftalmológico de Madrid.
Ello se debe a su carácter genético, ligado al gen sexual X, que afecta tres veces más a hombres que a mujeres, lo que supone que mientras el daltonismo está presente en el 1,5% de los varones, tan sólo es padecido por el 0,5% de las mujeres.
Sin embargo, unos y otros, confunden los tonos entre el rojo y el verde sin llegar, en la mayoría de los casos, a no distinguir estos colores en su forma pura, por lo que se trata de un defecto que, aunque puede impedir desarrollar determinadas profesiones como la de electricista, no supone una dificultad en la calidad de vida del día a día.
Un diagnóstico en consulta
La experiencia social, ver rojo aquello que el resto observa como verde, suele despertar la conciencia de los pacientes que no perciben los colores puros.
"En estos casos la gente normalmente viene diagnosticada a la consulta, porque es raro que no se den cuenta o no se lo digan”, destaca el doctor Royo.
Sin embargo, cuando el daltonismo afecta a las tonalidades del eje rojo y verde, el defecto se suele descubrir mediante la consulta sanitaria, a través de test de colores como:
Láminas de Ishihara, en las que se realiza el diagnóstico en función de si el paciente es capaz de distinguir un número pintado con bolas verdes dentro de un fondo de bolas rojas.
Test de Farnsworth, se trata de una prueba más precisa en la que el paciente debe ordenar gradualmente las tonalidades entre dos colores.
Ante la posibilidad de encontrar y realizar estas pruebas a través de internet, Mariano Royo advierte "que es fácil llegar a ellas, pero otra cosa es saber interpretarlas y aplicar los resultados”.
La importancia de alcanzar el diagnóstico en la consulta médica aumenta en el caso de los niños, ya que presentar un informe en el colegio puede prevenir interpretaciones equivocadas de rebeldía o falta de atención por parte de los profesores.
Los colores del día a día
Más allá de las dificultades que el daltonismo pueda generar, la alteración de los colores no impide el correcto desarrollo personal y social del paciente, sino que tan sólo le obliga a aprender a convivir con este defecto en su vida cotidiana.
"Para quien no ve los colores puros, el rojo de un semáforo no quiere decir stop, sino que ese significado lo toma la luz de arriba”, explica.
Es la experiencia personal la que permite tomar conciencia de que se padece daltonismo y, posteriormente, es la que enseña a cada paciente a desarrollar su vida diaria sin que se vea mermada, lo que reduce la influencia de este defecto a "una extravagancia a la hora de vestir o escoger un color”, indica Mariano Royo.
El aprendizaje sobre este defecto genético se inicia desde la niñez, momento en el que los padres de un niño con daltonismo tienen que trabajar sus ilusiones en torno a determinadas profesiones, como pilotar un avión, o estar atentos para que su vida escolar no se vea afectada.
"Si un día el profesor dice de aparecer con una camiseta roja y el chico se presenta con una verde, no es culpa suya”, afirma.
A la espera de innovaciones tecnológicas que permitan captar las longitudes de onda, que no percibe la célula retiniana, mediante la colocación de un filtro delante de los ojos, el doctor Royo insiste en "tranquilizar a aquellos que tengan daltonismo”.
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