La presión. Según el cardiólogo de la Fundación para el Corazón (Fundacor), Freddy Romero, la presión varía de una persona a otra según la edad, el tamaño o el sobrepeso, entre otras cosas.
“Es la fuerza con la que el corazón eyecta sangre a las arterias y cómo se distribuye en el cuerpo”, dijo el cardiólogo.
Dos componentes que se toman para medir la presión: la presión sistólica y la presión diastólica. La primera ocurre en el momento preciso en el que el corazón bombea la sangre y la diastólica, cuando el corazón se relaja.
Hipertensión. Existen niveles de presión normal estándar en niños, jóvenes y adultos; sin embargo, cuando se superan puede desembocar en otros problemas.
Dolencias. En caso de no controlarse la hipertensión puede provocar un infarto de miocardio, el ensanchamiento del corazón e insuficiencia cardiaca. También puede ocasionar que la sangre se filtre en el cerebro y provocar un accidente cerebrovascular.
La deficiencia renal, la ceguera y deterioro cognitivo son otras consecuencias.
Prevención y cura. Gran parte de la prevención y la cura se basan en un cambio en el estilo de vida. “Si el paciente tiene sobrepeso, tiene que mejorar su alimentación, hacer ejercicios que además ayuda contra el sedentarismo”, dijo Fernández.
Para Romero el consumo excesivo de sal, el estrés también predisponen a la presión alta.
Remberto Tórrez
Cardiólogo
Uniger
La mitad de las personas con presión alta se dan cuenta cuando han tenido una hemorragia, una embolia, desprendimiento de retina o un infarto: el otro 50% se beneficia de algunos síntomas como el dolor de cabeza, zumbidos en el oído, mareos, visión borrosa o sangrado espontáneo.
Sin embargo, no hay que esperar un síntoma, la mejor forma de prevención es visitar una vez al año al médico. En Europa es obligatorio el examen de rutina, de lo contrario pierden beneficios. Aquí vamos al médico solo cuando ‘nos aprieta el zapato’.
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