Contar con pequeñas situaciones estresantes hace que nuestro organismo cree defensas y esté más preparado para afrontar una situación de mayor estrés.
Lo contrario ocurriría si la persona nunca hubiera experimentado situaciones de esta naturaleza, puesto que su organismo estaría menos preparado para enfrentar una situación medianamente estresante.
Por otro lado, el estrés es un estímulo, una llamada de atención, una alerta para que estemos en constante movimiento y tratando de generar cambios en pro de recuperar el equilibrio perdido a causa de éste. Esto nos permite crecer, innovar y ser creativos a la hora de buscar alternativas y soluciones para aquello que nos está estresando. Por lo tanto, es una gran oportunidad para dar un salto cualitativo: cambiar para mejorar.
El caos que genera el estrés es la materia prima de la construcción; por lo tanto, no está demás el proverbio que dice "el estrés y las crisis son males necesarios” porque nos permiten dejar atrás aquello que ya no nos sirve, sea ésta una situación dañina que está creando la tensión, una relación poco satisfactoria, o un trabajo que afecta la salud mental.
Sin embargo, si bien es aconsejable que en nuestra vida sepamos encarar situaciones de estrés, es totalmente dañino si esto se convierte en algo continuo y permanente.
No es saludable por lo tanto "vivir constantemente preocupado o tenso”, porque el hecho de que el organismo esté permanentemente en estado de alerta y amenaza, hace que nuestro sistema inmunitario (el que cuida a nuestro cuerpo de enfermedades) se deprima, es decir, baje su capacidad de defensa frente a virus y bacterias que causan malestares.
Por ello es muy común que las personas que están en constante estrés casi siempre viven resfriadas, y que sus resfríos les duren mucho más tiempo de lo normal. Es común también que presenten enfermedades más veces al año y que se recuperen con mucha lentitud.
Además, vivir en constante estrés disminuye nuestras expectativas de vida, precisamente porque el sistema inmunitario no está regulado, haciéndonos presa fácil de enfermedades oportunistas.
También es importante saber que no sólo el estrés es el que desregula nuestro sistema inmunitario. Se ha demostrado que tanto la ansiedad como la depresión tienen efectos igual de impactantes en nuestra salud si vivimos continuamente tristes o continuamente preocupados. El estado anímico juega un papel importante en nuestra salud, mejorando o destruyendo nuestra calidad de vida, incrementando o disminuyendo el número de años que podríamos vivir. Ser feliz es una buena medicina para vivir más tiempo.
Combatir el estrés
Siendo el estrés energía acumulada, la mejor manera de combatirlo es a través de la relajación, porque es lo contrario a la sobrecarga de energía en nuestro organismo. Podemos lograr estados de relajación si practicamos ejercicios cuya finalidad sea encontrar la calma, como el yoga, la meditación o los ejercicios de respiración.
Hacer ejercicios físicos y deportes es una buena manera descargar la sobresaturación de energía, pero si no se combinan con la relajación, el estrés todavía permanecerá en nuestro organismo, activando el estado de alerta y amenaza que nos llevará a estar nuevamente estresados.
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