En el lado molesto del espectro, las consecuencias son picazón, enrojecimiento e inflamación. En el extremo peligroso, la dilatación de los vasos sanguíneos puede ocasionar una caída rápida de la presión, dificultad respiratoria y choque anafiláctico. Por eso, quienes padecen de alergias graves se protegen llevando consigo epinefrina inyectable.
Sabemos qué hacen las reacciones alérgicas y cuáles son las causas posibles, pero ¿cómo se desarrollan? ¿Y por qué van en aumento?
Las cifras varían, mas los científicos concuerdan en que la tendencia de las alergias en países desarrollados se incrementa constantemente. Por ejemplo, un estudio multicitado de los Centros para Control y Prevención de Enfermedades (CDC) demostró un aumento de 18% en las alergias alimentarias infantiles entre 1997 y 2007; otro, publicado en 2013, citó un incremento de 50% en 2011. “Países desarrollados” podría ser el término clave. Aunque la mayoría de los científicos concuerda en que las alergias probablemente son resultado de interacciones complejas entre los genes y el ambiente, una explicación común es la hipótesis de la higiene, la cual argumenta que la vida se ha vuelto demasiado limpia en muchas partes.
La combinación de saneamiento, medicina moderna con su batería de antibióticos mata-bichos, y un estilo de vida en interiores cada vez más libre de mugre, nos ha llevado a perder muchos de los microbios que, evolutivamente, fortalecieron nuestros sistemas inmunológicos y aseguraron la salud del epitelio del aparato digestivo. Cuando dicho epitelio se debilita y se vuelve permeable, las bacterias y los subproductos bacterianos pueden escapar de su hábitat intestinal natural e ingresan en el torrente sanguíneo, provocando inflamación y contribuyendo a infinidad de enfermedades crónicas, entre ellas alergias y asma.
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