“Las Navidades son una época del año en la que pueden aunarse varias circunstancias que aumenten el riesgo de reacciones alérgicas por alimentos”, señala Pedro Ojeda, coordinador de Comunicación de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC).
“Las comidas o cenas de empresa, las fiestas escolares y las celebraciones en familia representan un cambio en las rutinas de los menús y en la elaboración de las comidas.
También es más frecuente tener acceso a comidas o postres típicos de esta época, donde los alimentos más alergénicos como leche, huevos, pescado, marisco y frutos secos están más presentes, ya sea como ingredientes ocultos o por contaminación de utensilios”, apunta el alergólogo.
Asimismo, subraya que en las celebraciones confluyen otros factores que incrementan la reactividad del sistema inmunitario, de modo que este puede reaccionar frente a dosis de un alérgeno alimentario que antes se toleraban.
“Estos factores incluyen ejercicio físico, como bailes y juegos alocados, calor (si, por ejemplo, se reúne mucha gente en la misma casa), cansancio o alcohol”, detalla Ojeda.
En este sentido, Javier Subiza, director de la Clínica Subiza de la capital de España, aclara que el alcohol actúa como un cofactor.
“Es un elemento que, añadido a alérgenos alimentarios, puede hacer que la reacción alérgica a estos sea mayor. Puede ocurrir, incluso, que pacientes que toleraban un determinado alimento, si lo mezclan con alcohol, presenten una reacción alérgica a ese mismo alimento”, explica.
La primera vez
En Navidad consumimos alimentos que durante el resto del año no están presentes o son menos habituales, como es el caso del turrón. Si hay niños pequeños en casa es posible que durante las fiestas prueben estas viandas por primera vez.
El doctor Ojeda indica que, si el niño no es alérgico a otros alimentos, no es necesario realizar ninguna medida especial, simplemente dárselo a probar a ver si le gusta el sabor.
Pero cuando sí lo es, el especialista apunta que los mariscos “apenas presentan reactividades con otros grupos alimentarios, ni siquiera en niños alérgicos a pescados”.
“Con los turrones sí se debe tener mucha precaución en niños que ya tienen alergias a algún fruto seco o legumbre, puesto que pueden ocurrir fenómenos de reactividad cruzada. En estos casos, se debe asegurar con el alergólogo cuál es la recomendación más oportuna para cada paciente”, manifiesta.
Asimismo, aconseja que a los niños que ya son alérgicos a algún alimento “cuando se les den a probar alimentos nuevos, se den primero pequeñas cantidades y se espere un tiempo prudencial (al menos media hora) para ver si la tolerancia es adecuada”.
En este sentido, el doctor Javier Subiza explica que los resultados de nuevos estudios epidemiológicos indican que, cuanto antes se introduzcan los alimentos posiblemente alergénicos, menos probabilidades hay de que el niño desarrolle alergia.
“Se está valorando que a los tres o cuatro meses de edad podría ser un buen momento para iniciar la introducción de alimentos más alergénicos, que antes se retrasaba hasta que el niño tenía al menos un año, pues se ha visto que el sistema inmunológico los tolera mejor”, expresa.
Asimismo, afirma que estos resultados están en la línea de la hipótesis de la higiene, que dice que la exposición a gérmenes en la temprana infancia evita el desarrollo de enfermedades alérgicas.
El alergólogo considera que es necesario hacer más estudios al respecto, pero apunta que “por ahí van los tiros en cuanto a alergia alimentaria a frutos secos y a otros alimentos alergénicos como pueden ser los mariscos”.
Frutas pólenes
En las mesas navideñas también suele haber frutas que, en algunos casos, pueden suponer un problema para los alérgicos a los pólenes.
“Al igual que en otras épocas del año, las personas alérgicas a pólenes pueden manifestar síntomas de alergia oral (picor de la boca, el paladar o la faringe) con el consumo de frutas frescas que contienen proteínas de reactividad cruzada pólenes-frutas (profilinas y polcalcinas)”, detalla el doctor Ojeda.
El experto puntualiza que las frutas que más contenido suelen tener en estas proteínas son el melón y la sandía.
Por otro lado, indica que las personas con una sensibilización baja a proteínas LTP (Lipid Transfer Proteins), que son proteínas de defensa de los alimentos vegetales, deberían tomar las frutas ricas en estas proteínas siempre peladas, sobre todo las frutas prunoides (melocotón, albaricoque, ciruela, etc), la manzana, la pera y las uvas. No obstante, “si existen antecedentes de reacciones intensas, se deben evitar por completo estas frutas”, advierte.
En lo relativo a los pólenes, es necesario saber que. no sólo causan problemas en primavera. “El cambio climático está haciendo que las polinosis de invierno sean cada vez más importantes”, destaca el doctor Subiza. Aquí el polen de cupresáceas tiene un papel fundamental.
El alergólogo explica que, aunque el mes álgido en la polinización de las cupresáceas es febrero en el hemisferio norte debido al cambio climático, ésta va siendo cada vez más temprana y no es raro que en diciembre haya concentraciones de polen suficientemente altas como para que se reactiven los pacientes. Así, el polen de cupresáceas “se ha convertido también en un polen de navidades”, comenta.
Además, durante el invierno los alérgenos de siempre pueden afectar con más intensidad. “Debido al frío, los pacientes permanecen más tiempo dentro de las casas, que están cerradas a cal y canto y con la calefacción encendida. Esto hace que la exposición a los alérgenos del interior del hogar sea muchísimo mayor”, apunta el doctor Subiza.
El experto destaca que durante esta época los pacientes que tienen alergia a los ácaros empeoran, pues pasan mucho más tiempo expuestos al polvo del interior de la casa y lo mismo ocurre con los alérgicos a los epitelios de animales que conviven con su mascota.
“Durante el verano, no suponen un gran problema ya que se pasa más tiempo fuera del hogar. Además, la casa está más abierta y eso permite que la concentración de epitelios procedentes de animales sea menor. Sin embargo, ahora ocurre todo lo contrario”, expone.
Para tratar de minimizar el problema, el alergólogo recomienda que el animal permanezca en un área determinada de la casa, siempre fuera del dormitorio. En este sentido, precisa que, al contrario de lo que se cree, “ubicar a la mascota en el jardín no es de ayuda”.
“KIT” DE EMERGENCIA
Otro de sus consejos es eliminar las alfombras y las moquetas, ya que actúan como reservorio de alérgenos.
También hay que la lavar la ropa de vestir y de cama con agua caliente y poner cubiertas impermeables en el colchón y la almohada. Asimismo, es necesario limpiar las paredes y suelos de la vivienda y pasar un paño húmedo a los muebles.
Del mismo modo, el alergólogo manifiesta que el aspirador debe llevar filtros HEPA y recomienda colocar limpiadores de aire con este tipo de filtros en el interior del hogar, especialmente en el dormitorio. Además, hay que lavar cada siete días tanto a la mascota como la cesta en la que duerme y utilizar ácido tánico.
Aparte de los ácaros y los epitelios de animales, los hongos también suponen un problema para los alérgicos en esta época del año, principalmente para los alérgicos a hongos de interior pues, al tener las ventanas cerradas, la exposición es mayor.
Además, el especialista apunta que cuando se introduce en casa el árbol de Navidad, si éste es natural, puede tener más de cincuenta especies de hongos, algunas de ellas alergénicas.
“Si no se ha limpiado el árbol antes, con él puede entrar en el hogar una alta cantidad de esporas y los pacientes alérgicos a ellas pueden notar una agudización de sus síntomas a causa del árbol”, recalca.
Según explica el alergólogo, lo recomendable en estos casos es limpiar el árbol con agua, secarlo adecuadamente y, una vez bien seco, es cuando debe llevarse al interior de la casa.
Ante los hongos, los pólenes, los ácaros, los epitelios de animales y, sobre todo, ante los posibles alimentos alergénicos hay que tomar precauciones para evitar que una reacción alérgica frustre nuestras celebraciones navideñas.
En este sentido, el doctor Ojeda recomienda estar atentos a los ingredientes que contienen los menús, postres y otros alimentos que se salen de nuestra rutina.
“Cuando no se esté seguro de si un alimento puede contener un ingrediente ofensor, es mejor no tomarlo”, asegura.
Asimismo, el facultativo subraya que los pacientes diagnosticados han de llevar siempre consigo el kit de medicación de emergencia, que debe comprender: autoinyector de adrenalina, antihistamínico y corticoide por vía oral y un inhalador broncodilatador (con cámara de inhalación para los niños).
“Ante la menor duda de que pueda producirse una reacción, es mejor tratar que arriesgarse a pasar por un momento desagradable en estas fiestas entrañables”, aconseja.
No hay comentarios:
Publicar un comentario