La gota, una de las formas más antiguas de artritis, es una enfermedad metabólica de naturaleza heterogénea, a menudo familiar, caracterizada por hiperuricemia y depósitos de urato monosódico en articulaciones y otros tejidos extrarticulares.
Es más frecuente en el hombre que en la mujer, con una relación de 3 a 1.
En hombres se presenta usualmente alrededor de los 30 años, mientras que en las mujeres en la postmenopausia. Puede asociarse con diabetes mellitus (DM), obesidad, dislipemia e hipertensión arterial (HTA).
La gota puede clasificarse en:
Primaria: aquella que se presenta en ausencia de enfermedades aparentes, dieta o fármacos.
Secundaria: la que se asocia a cualquier causa de hiperuricemia prolongada. Las más frecuentes son las inducidas por diuréticos y las relacionadas con alteraciones mieloproliferativas. La insuficiencia renal y la psoriasis son causas infrecuentes.
La hiperuricemia puede deberse a:
Aumento de la producción de ácido úrico (10%).
Hiperuricemia primaria: idiopática, anomalías del metabolismo.
Hiperuricemia secundaria: ingesta excesiva de purinas, consumo excesivo de alcohol, fase blástica de enfermedades linfo y mieloproliferativas, radio o quimioterapia en leucemias y linfomas, mieloma múltiple, policitemia, anemias hemolíticas, psoriasis extensa.
Claves diagnósticas
Inicio agudo, típicamente nocturno y usualmente monoarticular; a menudo compromete la primera articulación metatarso falángica y requiere atención de urgencia.
Descamación postinflamatoria y prurito.
Hiperuricemia en la mayoría, el diagnóstico se confirma con la identificación de cristales de urato monosódico en fluido articular o tofos.
Respuesta terapéutica dramática al uso de AINES o colchicina.
Recomendaciones
Abstenerse de alcohol.
Dieta baja en purinas (evitar café, carnes rojas).
Ingesta hídrica elevada (2 litros/día).
Fuente: Internet
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