“Si quieren conocer casos de leishmaniasis deben ir hasta Inicua o como la conocemos todos: Espundilandia (el mundo de la espundia)”, refiere el director del Hospital General de Palos Blancos, Marcelo Aramayo.
APRISIONADa. Enclavada en una hoyada y rodeada por dos cerros de centenares de árboles, Inicua —vocablo mosetén— debe su nombre, según los lugareños, al espíritu iracundo que poseerían sus pobladores.
En esta población, a unos 45 minutos de viaje en taxi desde Palos Blancos y dos horas a pie, su gente habla aymara y español, aunque también existen familias de origen quechua y mosetén. Allí el termómetro llega a los 30 grados centígrados y en Primavera a los 35.
Inicua es un pequeño paraíso natural a 400 metros sobre el nivel del mar y ese supuesto espíritu iracundo, se cae cuando uno habla con sus habitantes, unos paceños amables que viven de la explotación de madera y de la producción agrícola. En sus casas abundan árboles de mango, plátano, naranja, limón, mandarina, además de plantaciones de yuca y postre.
Por la localidad atraviesa la futura Carretera Interoceánica, por lo que constantemente grandes flotas cruzan su principal avenida para dirigirse hasta Palos Blancos provenientes de Rurrenabaque, Riberalta y otros municipios del Beni.
Cerca de un centenar de niños y jóvenes asisten al colegio República Francia, al frente tiendas de lubricantes esperan por los taxis y camiones que salen y entran de Inicua.
Una iglesia y una posta de salud completan la población de Espundilandia o el mundo de la espundia. Sin embargo, la idea del paraíso y árboles frutales se desvanecen cuando se habla del pequeño Ch’anpari causante de la peligrosa “leishma”.
CENTRO. De los 235 casos confirmados de leishmaniasis que se reportaron el 2010 en Palos Blancos, 40 correspondieron a Inicua. “El número es demasiado para un pequeño pueblo como éste, por eso quizás la llaman Espundilandia porque la cifra es preocupante”, sostiene el enfermero auxiliar Filemón Quispe desde la Posta de Salud.
Esta Subalcaldía paloblanqueña tiene unas 20 comunidades, cada una posee a su vez por lo menos un infectado por esta enfermedad. Los ejemplos sobran: Nuevos Horizontes tiene cinco casos, María Barzola, dos; Bajo Inicua, cinco; y Tunari, cuatro casos, entre algunos.
Inicua es una de las poblaciones con mayor índice de enfermos con la lepra blanca en Bolivia. El parásito que transmiten las hembras del Phlebotomus afecta en particular a personas comprendidas entre los 20 y 60 años, la edad en la que muchos jóvenes y adultos se internan en el monte por un jornal diario de 100 bolivianos para ayudar en la explotación de la madera o la cosecha del arroz, generalmente entre marzo y mayo.
“Muchos adquieren la leishmaniasis y se van de aquí con esa herencia”, revela el médico Aramayo, del Hospital General , aunque también aclara que algunos infectados del interior llegan también hasta Palos Blancos para ser curados y tratados médicamente.
La lepra del Tercer Mundo afecta a los inicuenses desde los meses de nacidos hasta pasados los 60 años, mientras los trabajadores duermen a la intemperie en el monte y sin protección de mosquitos, sólo algunas familias poseen mosquiteros en sus casas, por lo que la vulnerabilidad es alta en esa zona paceña.
ES UNO DE LOS 17 DISTRITOS
Inicua es una pequeña población del trópico paceño y una de las 17 subalcaldías del municipio de Palos Blancos en la provincia Sud Yungas al norte paceño.
En la única posta de salud del pueblo trabajan el médico Johnny Ramos, el enfermero auxiliar Filemón Quispe, además de dos asistentes.
Las 20 comunidades de Inicua están a dos y hasta tres horas de camino; es difícil llegar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario