Según Raúl Job Cordero Bustamante, fisioterapeuta, entre las enfermedades más frecuentes que se presentan en las personas que atraviesan esta etapa están la artritis, la artrosis y el síndrome de Guillain-Barré-Landry (trastorno neurológico autoinmune que ataca a una parte del sistema nervioso).
“La mala alimentación, la fibromialgia (ciática, lumbago, inflamación del nervio trigémino), la neuralgia, las deficiencias endocrinas adquiridas (diabetes), los desórdenes gástricos, los desórdenes alimenticios, la obesidad, el sobrepeso, la falta de peso y otras son males que afectan a quienes se dejan llevar por este tipo de dolores emocionales”, dice el experto.
Salir adelante
“No es posible tener la seguridad de que nuestros padres, hijos, hermanos y nosotros mismos evitemos sufrimientos, problemas o pérdidas que nos causen dolor, pero lo que podemos cambiar es la manera de ver la vida”, aconseja la psicóloga Sonia Delgado.
Lo primero es tomar conciencia del mal que nos aqueja, darnos cuenta de que no siempre tendremos lo que queremos, aceptar la situación que nos toque vivir —sin entrar en la mediocridad ni el conformismo— y valorar cada minuto de nuestra vida. “Tener pensamientos positivos es el primer paso para una mejora. Lo siguiente es buscar ayuda, tomar terapias que logren liberar más rápido el estrés y todas las cargas emocionales, ponerse metas a corto plazo fáciles de cumplir y aumentar poco a poco el reto para no frustrarnos”, recomienda.
Utiliza frases como “hoy no me enojaré tan fácilmente ante cualquier cosa que salga mal” u “hoy sonreiré más y, cuando me sienta peor, cantaré una canción”. Habrá momentos que no se pueda cumplir el reto con facilidad, pero la práctica constante de estos pequeños ejercicios te ayudarán a convertirte en una persona más fuerte.
El lograr una mayor inteligencia emocional también ayudará a mejorar tu estado de salud actual y aumentará tu autoestima.
Consecuencias
Los problemas frecuentes en personas que no logran superar el sufrimiento son la falta de atención, el cansancio, la atención dispersa, la hiperactividad, el fracaso estudiantil (en caso de estar en edad escolar) y las malas relaciones sociales, entre otros.
Control deficiente
Lamentablemente, cuando la persona se deja ganar por sus problemas emocionales, no tiene un control efectivo de su cuerpo ni de su salud. Pierde la noción del tiempo que duerme y hasta del número de comidas que consumió durante el día.
Mal funcionamiento
Estos problemas evitan que el cuerpo metabolice adecuadamente los alimentos. No cumple su rol normal de absorber las vitaminas, aminoácidos, proteínas con la misma facilidad como en su estado normal y causa trastornos e incrementos de peso.
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