El atletismo es una de las disciplinas más exigentes para los deportistas. Otro de los deportes que conlleva una preparación enorme es el ciclismo de ruta, es la especialidad que más escándalos por dopaje ha tenido a nivel mundial.
La inmensa mayoría de los deportes conllevan la realización de un esfuerzo físico importante que obliga al organismo a poner en marcha diversos mecanismos de adaptación. Para que el sistema muscular pueda trabajar al ritmo que se le impone, las fibras musculares necesitan recibir un aporte de oxígeno adecuado, mucho mayor que el requerido en reposo. El organismo soluciona este problema gracias a una serie de cambios en el sistema circulatorio descritos a continuación.
Riego sanguíneo a través de los músculos
Un ejercicio muy intenso (como por ejemplo en el boxeo) es el estado de tensión mayor que puede sufrir el sistema circulatorio normal. En reposo, el flujo de sangre a través de los músculos esqueléticos varía entre 4 y 7 mililitros por cada 100 gramos de músculo. En cambio, durante un ejercicio muscular intensísimo, como la práctica del ciclismo, este flujo sanguíneo puede aumentar de 12 a 18 veces, elevándose hasta 50 ó 75 ml por 100 g de músculo. Sin embargo, hay que tener en cuenta que el flujo de sangre en el músculo no es constante durante el tiempo que dura el ejercicio. Así, durante una contracción muscular el flujo sanguíneo disminuye, volviendo a aumentar cuando la contracción termina. Después de varias contracciones rítmicas el flujo sanguíneo se mantiene muy elevado durante un minuto aproximadamente y luego va disminuyendo poco a poco hasta el valor normal. La causa de la disminución del flujo durante la contracción muscular sostenida en la compresión de los vasos sanguíneos es por el músculo contraído.
Durante el reposo sólo están abiertos de un 12 a un 20 % de los vasos capilares que irrigan los músculos. En cambio, durante un ejercicio agotador se abren todos los capilares que permanecían inactivos, produciendo así un aumento en el flujo sanguíneo. Este aumento del riego sanguíneo probablemente dependa de varios factores que operan todos al mismo tiempo. Uno de los más importantes es la reducción del oxígeno disuelto en los tejidos musculares. Durante la actividad física, el músculo consume rápidamente el oxígeno, como en los 100 metros planos, lo que provoca una vasodilatación.
Además del mecanismo descrito, el riego de sangre a través de los músculos está controlado por el sistema nervioso. En efecto, los músculos esqueléticos están provistos de unas fibras nerviosas que dilatan los vasos sanguíneos y otras que los contraen. La estimulación máxima de las fibras vasodilatadoras en los músculos esqueléticos puede aumentar su riego sanguíneo en un 400 por 100. Estas fibras vasodilatadoras son activadas por una vía nerviosa especial que comienza en el cerebro. Cuando la corteza cerebral inicia la actividad muscular, como la fase de calentamiento de los futbolistas, simultáneamente excita las fibras vasodilatadoras de los músculos activos, y se produce inmediatamente vasodilatación.
Fisiología de la fibra muscular
Si hablamos del deporte desde el punto de vista médico - científico debemos referirnos a la fisiología de la fibra muscular, al movimiento rítmico del músculo, al concepto molecular de la célula denominada miocito que es la parte fundamental de la fibra muscular que forma el tejido del músculo También debemos referirnos a los componentes químicos que requiere el miocito para su normal funcionamiento, como la glucosa para producir energía y movimiento muscular. Debemos estudiar al miocito en reposo, en actividad relativa, en actividad muscular de ejercicio físico y en esfuerzo extremo. Esto debe tener una consecuencia analógica múltiple, debemos también comprender la capacidad de este tejido muscular para las diferentes actividades deportivas, saber sobre la resistencia, la elasticidad, la velocidad, la fuerza y la capacidad de la fibra muscular. Todos estos conceptos presentan una incógnita en el neófito que cree que la fibra muscular responde por igual a todos los deportes, cuestión que no tiene fundamento. Porque la ciencia fisiológica de la fibra muscular responde de diferente forma en las disciplinas deportivas. La elasticidad muscular es tan diferente a la resistencia como lo es la velocidad a la fuerza, como lo es en el músculo para cada uno de los movimientos, por lo tanto no es lo mismo el esfuerzo que se hace para una jugada en el fútbol, que para una carrera de 1.000 metros. Debemos tener en cuenta que la fibra muscular se clasifica de acuerdo con los receptores neuromusculares, estímulos y respuestas que parten de los centros nerviosos que radican en la corteza cerebral para realizar cualquier movimiento. Jamás debemos olvidar que la genética juega un papel preponderante en el tejido muscular, particularmente en los miocitos, que es aquí donde se realizan verdaderos cambios químico- fisiológicos para el movimiento de los tejidos musculares. Debemos tener en cuenta que estas células requieren de glucosa para su energía, de proteínas para el tono y la potencia, de lípidos para conservar la resistencia muscular, vitaminas, líquidos, hidratos de carbono y minerales para el equilibrio fisiológico de la célula que es a lo que debemos prestar atención.
Para entender mejor
Miocito: Es una célula muscular con capacidad contráctil en organismos que no tienen desarrollado el tejido muscular.
Neuromuscular: Que tiene que ver con la conexión entre nervios y los músculos que estimulan.
Genética: Del término “Gen”, que proviene de la palabra griega Yevoc y significa “raza, generación”. Es el campo de las ciencias biológicas que trata de comprender cómo la herencia biológica es transmitida de una generación a la siguiente, y cómo se efectúa el desarrollo de las características de control.
Lípidos: Son una serie de compuestos que cumplen funciones en los organismos vivientes, entre ellas la de reserva energética. Son un conjunto de moléculas orgánicas, la mayoría biomoléculas, compuestas principalmente por carbono e hidrógeno y en menor medida oxígeno, aunque también pueden contener fósforo, azufre y nitrógeno, que tienen como característica principal ser insolubles en agua. En el uso coloquial, a los lípidos se les llama incorrectamente grasas. A propósito del lenguaje coloquial debería evitarse.
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