El equipo liderado por el investigador Fernando Maestú ha sido capaz de desentrañar cómo se relacionan determinadas regiones del cerebro, midiendo sus campos magnéticos: "Siempre hemos pensado que la enfermedad de Alzheimer es un síndrome de desconexión. Las neuronas van perdiendo la capacidad de comunicarse las unas con las otras".
Si la medición de los campos magnéticos del cerebro se combina con perfiles genéticos o con los resultados de los test neuropsicológicos, la prueba presenta una enorme fiabilidad predictora.
Un juego de memoria
La forma en que los investigadores consiguen sacar a la luz el comportamiento anómalo del cerebro consiste en la simple medición de la actividad cerebral mientras los sujetos están en estado de reposo y con los ojos cerrados.
Otra de las pruebas realizadas por el equipo fuerza la actividad de varias regiones del cerebro cuando se provoca el olvido.
La tarea consiste en mostrar a los sujetos un "paradigma de memoria" durante el cual, el sujeto tiene que memorizar una sucesión de rostros de distinto género y edad, al tiempo que debe lidiar con otros que sirven como interrupción provocando un empeoramiento del recuerdo posterior. Se espera que estos resultados también aporten pistas importantes relacionadas con los procesos de formación de recuerdos a corto plazo.
"Es una prueba totalmente inocua. Diseñamos una actividad relacionada con la memoria y la magnetoencefalografía simplemente recoge la información que genera nuestro cerebro", explica María Eugenia López, investigadora del Laboratorio de Ciencia Cognitiva y Computacional CTB.
Aunque la enfermedad de Alzheimer queda registrada por primera vez hace más de un siglo, poco se sabe de esta patología terminal que va camino de convertirse en uno de los grandes problemas del ser humano debido al aumento de la esperanza de vida.
El tratamiento precoz, antes incluso de que aparezcan los síntomas, cobra una gran importancia a la hora de encontrar un remedio efectivo que ralentice o neutralice la enfermedad: los fármacos que han fracasado en personas con demencia establecida podrían funcionar en cerebros más sanos.
Para Maestú, la capacidad de adelantarse a esta patología es fundamental: "Si dentro de poco tiempo tuviésemos un tratamiento para la enfermedad, no sabríamos a quién hay que dárselo. Es fundamental investigar y desarrollar estos biomarcadores, tempranos diagnósticos y predictores para saber a qué sujeto apuntar".
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