Es importante destacar que es un cuadro muy diferente de la intolerancia a la leche de vaca que hablamos la anterior semana, que está producido por otro mecanismo y suele ser más leve. Esta alergia se produce porque algunas de las sustancias que forman parte de la leche de vaca son reconocidas como "enemigas" por el sistema inmunológico del niño. Es el mismo mecanismo por el que se producen la mayoría de las alergias.
Es importante recalcar que la reacción no tiene por qué producirse con el primer biberón de leche artificial, ya que el sistema defensivo del niño puede tardar un poco en reconocer como extrañas a esas sustancias que producen la alergia. Por eso es frecuente que los primeros síntomas de alergia se vean con el segundo o el tercer biberón de leche artificial.
Los síntomas habituales en el niño es que presente un cuadro de urticaria, que es una reacción de la piel en la que pueden picar mucho y además cambiar de localización rápidamente. Sin embargo la urticaria no tiene por qué estar siempre presente, por lo que el niño puede presentar otros síntomas, menos evidentes como la:diarrea, vómitos, llanto por cólicos, o incluso en casos raros, episodios parecidos al asma que pueden asemejar a dificultad para la respiración. El único dato que une a estos síntomas es que se inician con la leche artificial.
El tratamiento es relativamente sencillo, ya que una vez que el diagnóstico ha sido confirmado por el pediatra, consiste en evitar la exposición del niño a las proteínas de la leche de vaca. Para ello se utilizan unas fórmulas, conocidas como semihidrolizadas o semielementales, que suelen tener peor sabor, pero a las cuales el lactante se termina acostumbrando sin problema. Son fórmulas muy caras pero que se deben utilizar en los casos en los que existe un diagnóstico confirmado por su pediatra. Es conveniente dar lactancia materna, en estos se debe intentar prolongar lo máximo posible, pero recordando que la madre debe evitar también el consumo de alimentos que puedan contener estas proteínas, ya que pueden pasar a la leche materna.
El pronóstico es bueno, ya que con medidas muy sencillas el niño no tendrá problemas y en general la mayoría tienden a remitir con el tiempo. Sólo unos pocos pueden persistir de por vida, pero esto es muy poco frecuente.
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