El urólogo Roberto Álvarez Rocabado mencionó que al día se debe ingresar un promedio de cinco a siete veces al baño para eliminar la orina, pero hay personas que por la falta de tiempo, la lejanía de un servicio, o el trabajo postergan esas ganas y terminan presentando un cuadro de infección urinaria que a la larga también puede afectar el riñón.
Cada vez que vamos al baño, se produce una eliminación de todas las bacterias presentes en la uretra, evitando así que migren a otras zonas donde pueden causar las temidas infecciones.
Cuando nos aguantamos las ganas de orinar, lo que ocurre entonces es que estas bacterias están más tiempo en nuestro cuerpo y tienen más probabilidades de que acaben adhiriéndose a la vejiga u otras partes, ocasionando la temida cistitis o también denominada infección urinaria. Otra de las infecciones que ocasiona el aguantarse las ganas de ir al baño es la del tracto urinario, llamada pielonefritis.
La orina, además de agua, incluye todas esas sustancias de desecho que el cuerpo no necesita y que los riñones han filtrado, si estos no son expulsados entonces se acumularán en la vejiga una mezcla de pequeños residuos, de sustancias ácidas y amoníacos que, poco a poco, pueden dañar las paredes del tracto urinario y de la misma vejiga, además contribuyen a la formación de cálculos renales.
Los síntomas de la infección urinaria son: Necesidad urgente y frecuente de orinar, picazón en la uretra al orinar, enrojecimiento de la vulva en las mujeres, dolor al tener relaciones sexuales y color turbio y lechoso. En algunos casos la orina también se puede presentar con sangre. En los hombres uno de los síntomas es la dilatación del recto.
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