El dolor de espalda es común pero no inevitable. Alrededor de ocho de cada 10 personas sufren un dolor de espalda al menos una vez en sus vidas, pero hay formas de reducir el riesgo. Las distenciones de un músculo, ligamento o tendón (lesiones de los tejidos blandos) son las causas más comunes del dolor de espalda. Esas lesiones pueden ocurrir por caídas o actividades que conlleven levantar objetos, doblarse o inclinarse, cuando el dolor ataca, puede aliviarlo con antiinflamatorios y relajantes musculares. Y la fisioterapia puede reducir el riesgo de que el dolor de espalda se haga crónico.
La fisioterapia puede darle técnicas para reducir sus síntomas a corto plazo, y que vuelva a estar activo y móvil.
A mediano y largo plazo, puede fortalecer los músculos centrales que respaldan a la columna, y eso podría reducir las probabilidades de sufrir otro episodio en el futuro.
No siempre es posible prevenir el dolor de espalda, pero ciertas cosas pueden reducir su riesgo. Éstas incluyen el ejercicio regular (sobre todo los ejercicios que fortalecen los músculos centrales), mantener un peso saludable y evitar el tabaco.
Las personas en trabajos que las someten a vibraciones, como los conductores de camiones y los operarios de maquinarias, tienen un riesgo más alto de dolor de espalda. Lo mismo sucede con las personas que sufren de trastornos de salud mental, como la depresión.
Cuando las personas tienen problemas crónicos de espalda tiene un componente psicológico importante. Estar deprimido provoca dolor, y tener dolor provoca depresión.
Algunos estudios han encontrado que la terapia cognitivo conductual (un tipo de psicoterapia) puede funcionar igual de bien que los tratamientos médicos tradicionales para ese tipo de dolor de espalda. Si usted carece de mecanismos de afrontamiento y no gestiona bien el dolor y el estrés, eso puede fomentar la ansiedad y más dolor.
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