Consecuencias. Si no se le pone remedio con rapidez, la sordera acaba convirtiéndose en un obstáculo que aísla socialmente. Debido a la imposibilidad de oír, la persona puede volverse injustificadamente desconfiada y estar más expuesta al peligro de alucinaciones auditivas como la impresión de que los demás hablan mal de él, sintiéndose rechazado.
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